• Asignatura: Historia
  • Autor: kithanapinto2004
  • hace 3 años

¿Cómo pueden ustedes contribuir a un proceso de perdón y reconciliación
en la sociedad chilena?, ¿cuáles serían los pasos a seguir para lograrlo?​

Respuestas

Respuesta dada por: julymurillo12
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Respuesta:

Este artículo1 desarrolla una reflexión sobre la importancia del perdón en la construcción de paz en situaciones de conflicto armado prolongado, como la que vive Colombia, además de aportar a transformaciones subjetivas y la recuperación de dignidad en víctimas de violencia política, desde una perspectiva de no violencia. En primer lugar se desarrolla una breve revisión de procesos investigativos y teóricos donde se han evidenciado fuertes relaciones entre narrativas de memoria, dispositivos socio-emocionales e intereses políticos para el mantenimiento de guerras y violencia. Luego profundiza en algunas experiencias en Colombia, traídas a través de voces de participantes en dos investigaciones realizadas por el autor, donde el trabajo colectivo de apoyo mutuo configuró escenarios transformadores, para construir una lógica no violenta de reconciliación social y perdón conducentes a la transformación y superación de conflictos violentos.  Finalmente se desarrolla una propuesta con algunas recomendaciones para intervenciones psicosociales y comunitarias en vías a la reconstrucción del tejido social en contextos de violencia y conflicto armado.

Explicación:

La discusión en torno al perdón y la reconciliación2 en contextos de violencia política tiene una enorme complejidad, puesto que pasa por múltiples sensibilidades y lógicas que, en muchos casos, son contrapuestas, contradictorias y no compatibles.  Y sin embargo, todas ellas se deberían tener en cuenta: la lógica religiosa que profesa el pueblo colombiano y latinoamericano, que desde esta óptica se concibe como una fuerza importante a la hora de marcar las actuaciones y decisiones de las personas, víctimas directas, ciudadanos/as afectados, etc.  De otro lado, lógicas políticas de impunidad que no asumen la responsabilidad, que se solapan detrás del discurso religioso, haciendo soportar el peso de la paz y la reconciliación sobre los afectados. La dinámica psicológica que se establece en una persona que encuentra en el odio sentidos existenciales que, a su vez, le pueden ir consumiendo en su salud física y mental.  Los sentimientos innegables de rabia, dolor, tristeza, deseo de venganza y resentimiento que experimentan quienes han sido humillados, violados en su dignidad, victimizados una y varias veces, que tienen una clara dimensión psicosocial.  Y finalmente, la apuesta pragmática de una paz que no implique mayores costos sociales y económicos y que apunta hacia un futuro, intentando borrar un pasado que no se puede borrar; puesto que sus marcas habitan los cuerpos, los psiquismos y todo el campo de las relaciones sociales.  Cuando se habla de perdón, en lógica de no violencia, siguiendo la tradición de Gandhi y Martín Luther King, nos referimos, en primer lugar, a un sentimiento complejo que es capaz de sobreponerse a emociones de odio, ira y deseo de venganza que se suscitan o son promovidas en medio de conflictos atravesados por violencia; lo que implica además una decisión donde se opta por reconocer la humanidad del agresor, su dignidad.  Todo esto desde un lugar de fortaleza subjetiva y dignidad del ofendido, que lleva a una tramitación no violenta de ese conflicto, a la superación del mismo y a la construcción de una paz, que sin renunciar a formas de verdad, justicia y reparación, puedan llevar a una transición hacia la reconciliación. Esta mirada puede iluminar el diseño y la planeación de la acción no violenta que apunta a la reivindicación de derechos, la construcción de la paz o en la búsqueda de transformaciones sociales y subjetivas, desarrolladas en la actuación psicológica en contextos psicoterapéuticos con víctimas de violencia política o en procesos de acompañamiento psicosocial, como también desde una perspectiva del acompañamiento pastoral para las iglesias.  Por lo tanto, haré un acercamiento, con respeto, pero también, con el rigor que me exigen 18 años de trabajo y experiencia con víctimas de violencia política y del conflicto armado en Colombia.

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