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Este artículo se ocupa de los conflictos y las tensiones generadas por los desajustes existentes entre el marco constitucional y las creencias políticas durante la primera presidencia de Yrigoyen (1916-22). Los resultados de las elecciones de 1916 dieron lugar a una distribución del poder singular. Mientras que la UCR accedía a la primera magistratura, la vieja elite dirigente continuaba controlando ambas ramas legislativas. Aunque en 1918 pierde el control de la Cámara de Diputados, su firme posición en el Senado le permite retener aún un poder de veto en el proceso de decisiones. Dado que la Constitución del '53 concebía al Ejecutivo y al Legislativo como poderes colegisladores, la paridad de fuerzas entre radicales y conservadores amenazaba con paralizar el aparato gubernamental. Las estrategias posibles eran las clásicas: o se optaba por una política de cooperación o por una de confrontación. En el caso de la confrontación, se intenta transformar, ya sea al Ejecutivo o al Congreso, de poder concurrente en autoridad exclusiva. De hecho esto fue lo que sucedió, tal como es ilustrado en nuestro estudio de la interpelación parlamentaria y la intervención federal. A través del análisis de este conflicto se intenta mostrar, por un lado, que los principales protagonistas del período sostuvieron visiones opuestas acerca del régimen democrático deseable. Por otro, que ello afectó los mecanismos constitucionales poniendo a prueba su flexibilidad pero al precio de crear profundas tensiones en el sistema político. /// Este artículo se centra en los conflictos y tensiones desencadenados por la falta de ajuste entre el marco institucional y las creencias políticas durante H. Primer período presidencial de Yrigoyen (1916-22). Los resultados de las elecciones de 1916 dieron lugar a una peculiar distribución del poder político. Mientras el Partido Radical se hacía con el Poder Ejecutivo, la élite tradicional conservaba su mayoría en ambas cámaras legislativas. Incluso cuando este último perdió el control de la Cámara de Diputados, en 1918, su fuerte ubicación en el Senado le permitió conservar el poder de veto. Desde que la Constitución de 1853 estableció la Presidencia y el Congreso como poderes colegislativos, el equilibrio de fuerzas entre radicales y conservadores amenazaba con paralizar las decisiones gubernamentales. Para hacer frente a esta situación, las estrategias disponibles fueron las clásicas: confrontación o cooperación. En el caso de enfrentamiento, el Ejecutivo o el Congreso resultan como autoridades exclusivas en lugar de poderes concurrentes. De hecho, ese fue el resultado real del conflicto, como ilustra nuestro estudio de la interpelación parlamentaria y la intervención federal. A través del análisis de este conflicto tratamos de mostrar que los principales actores políticos tenían visiones opuestas sobre el deseable régimen democrático. Así, los mecanismos constitucionales se vieron afectados, creando profundas tensiones dentro del sistema político
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