• Asignatura: Castellano
  • Autor: 098544
  • hace 3 años

8. REESCRIBIMOS EL CUENTO CAMBIANDO ALGUNOS DE LOS SIGUIENTES ELEMENTOS:
• Los personajes: de dónde son (la Tierra u otro lugar del Universo), cómo son (humanos o seres de otro tipo), cuántos son, la relación entre ellos (otro tipo de familia, amigos, colegas de trabajo).
• El lugar de donde parten (la Tierra u otro lugar del Universo).
•El lugar hacia donde se dirigen (Tierra u otro lugar del Universo).
• El vehículo que utilizan para viajar.
• El uso de otras tecnologías.
• La festividad que van a celebrar.
• La dificultad que enfrentan para celebrar esa festividad.
• La manera en que resuelven el conflicto.
• El final del cuento.
• El título de la historia.

Respuestas

Respuesta dada por: jdquinonez1
18

Titulo :EL MEJOR CUMPLEAÑOS

El día siguiente sería el cumpleaños y, mientras los cinco se dirigían a la estación de taladros, el

padre y la madre estaban preocupados. Era el primer viaje en taladro que el niño realizaría al

centro del mundo, su primer viaje en taladro, y deseaban que fuera lo más agradable posible.

Cuando en la estación les advirtieron sobre la presión que producía dicho viaje, sintieron que les

quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la

estación. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales.

—¿Qué haremos?

—Nada, ¿qué podemos hacer?

—¡Al niño le hacía tanta ilusión esa fiesta!

La sirena aulló y los pasajeros fueron hacia el taladro. La madre y el padre fueron los últimos en

entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.

—Ya se me ocurrirá algo —dijo el padre.

—¿Qué…? —preguntó el niño.

El taladro comenzó a taladrar al fondo de la Tierra. Dejo un gran oyo y salió drisparado hacia

abajo, un 17 de octubre de 3045. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer “día”.

Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes americanos, el niño despertó y dijo:

—Quiero mirar por la ventana

—Todavía no, no se puede ver nada y es peligroso—dijo el padre—. Más tarde.

—Quiero ver dónde estamos

—Espera un poco —dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de

cumpleaños, en los regalos y en el pastel que se vieron arruinados por la presión del viaje. Al fin,

creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y

maravilloso.

—Hijo mío —dijo—, dentro de media hora será tu cumpleaños.

La madre lo miró consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidara. El rostro

del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.

—Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un pastel? Me lo prometieron.

—Sí, sí. Todo eso y mucho más —dijo el padre.

—Pero… —empezó a decir la madre.

—Sí —dijo el padre—. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más

—Ya es casi la hora.

—¿Puedo tener un reloj? —preguntó el niño.

Le dieron el reloj y el niño lo sostuvo entre los dedos: un resto del tiempo arrastrado por el

fuego, el silencio y el momento insensible —¡es hora ! ¡Ya es mi cumpleaños! ¿Dónde está mi

regalo?¿donde esta mi pastel?

—Ven, vamos a verlo —dijo el padre y tomó al niño de la mano.

Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.

—No entiendo.

—Ya lo entenderás —dijo el padre—. Hemos llegado.

Se detuvieron frente a una puerta muy grande y cerrada que daba afuera del taladro. El padre

llamó a un asistente llamado Robert

—Robert—dijo el padre

—Si señor, en que le puedo ayudar

—Abre la puerta para la gran sorpresa de mi hijo

—Enseguida señor

De repente se abrió la puerta con mucho humo, al despejarse todo se logró divisar un gran

paisaje lleno de montañas dinosaurios y muchos animales que el pequeño niño nunca había

visto

Toda la familia salió, la abuela su hermano mayos, su madre y su padre. Todos disfrutaron de la

vista se montaron en dinosaurios y el pequeño niño disfrutó su cumpleaños como nunca

Respuesta dada por: garciachucaralao
4

Respuesta:

Titulo :EL MEJOR CUMPLEAÑOS

El día siguiente sería el cumpleaños y, mientras los cinco se dirigían a la estación de taladros, el

padre y la madre estaban preocupados. Era el primer viaje en taladro que el niño realizaría al

centro del mundo, su primer viaje en taladro, y deseaban que fuera lo más agradable posible.

Cuando en la estación les advirtieron sobre la presión que producía dicho viaje, sintieron que les

quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la

estación. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales.

—¿Qué haremos?

—Nada, ¿qué podemos hacer?

—¡Al niño le hacía tanta ilusión esa fiesta!

La sirena aulló y los pasajeros fueron hacia el taladro. La madre y el padre fueron los últimos en

entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.

—Ya se me ocurrirá algo —dijo el padre.

—¿Qué…? —preguntó el niño.

El taladro comenzó a taladrar al fondo de la Tierra. Dejo un gran oyo y salió drisparado hacia

abajo, un 17 de octubre de 3045. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer “día”.

Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes americanos, el niño despertó y dijo:

—Quiero mirar por la ventana

—Todavía no, no se puede ver nada y es peligroso—dijo el padre—. Más tarde.

—Quiero ver dónde estamos

—Espera un poco —dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de

cumpleaños, en los regalos y en el pastel que se vieron arruinados por la presión del viaje. Al fin,

creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y

maravilloso.

—Hijo mío —dijo—, dentro de media hora será tu cumpleaños.

La madre lo miró consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidara. El rostro

del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.

—Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un pastel? Me lo prometieron.

—Sí, sí. Todo eso y mucho más —dijo el padre.

—Pero… —empezó a decir la madre.

—Sí —dijo el padre—. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más

—Ya es casi la hora.

—¿Puedo tener un reloj? —preguntó el niño.

Le dieron el reloj y el niño lo sostuvo entre los dedos: un resto del tiempo arrastrado por el

fuego, el silencio y el momento insensible —¡es hora ! ¡Ya es mi cumpleaños! ¿Dónde está mi

regalo?¿donde esta mi pastel?

—Ven, vamos a verlo —dijo el padre y tomó al niño de la mano.

Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.

—No entiendo.

—Ya lo entenderás —dijo el padre—. Hemos llegado.

Se detuvieron frente a una puerta muy grande y cerrada que daba afuera del taladro. El padre

llamó a un asistente llamado Robert

—Robert—dijo el padre

—Si señor, en que le puedo ayudar

—Abre la puerta para la gran sorpresa de mi hijo

—Enseguida señor

De repente se abrió la puerta con mucho humo, al despejarse todo se logró divisar un gran

paisaje lleno de montañas dinosaurios y muchos animales que el pequeño niño nunca había

visto

Toda la familia salió, la abuela su hermano mayos, su madre y su padre. Todos disfrutaron de la

vista se montaron en dinosaurios y el pequeño niño disfrutó su cumpleaños como nuncaTitulo :EL MEJOR CUMPLEAÑOS

El día siguiente sería el cumpleaños y, mientras los cinco se dirigían a la estación de taladros, el

padre y la madre estaban preocupados. Era el primer viaje en taladro que el niño realizaría al

centro del mundo, su primer viaje en taladro, y deseaban que fuera lo más agradable posible.

Cuando en la estación les advirtieron sobre la presión que producía dicho viaje, sintieron que les

quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la

estación. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales.

—¿Qué haremos?

—Nada, ¿qué podemos hacer?

—¡Al niño le hacía tanta ilusión esa fiesta!

La sirena aulló y los pasajeros fueron hacia el taladro. La madre y el padre fueron los últimos en

entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.

—Ya se me ocurrirá algo —dijo el padre.

—¿Qué…? —preguntó el niño.

El taladro comenzó a taladrar al fondo de la Tierra. Dejo un gran oyo y salió drisparado hacia

abajo, un 17 de octubre de 3045. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer “día”.

Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes americanos, el niño despertó y dijo:

—Quiero mirar por la ventana

—Todavía no, no se puede ver nada y es peligroso—dijo el padre—. Más tarde.

—Quiero ver dónde estamos

—Espera un poco —dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de

cumpleaños, en los regalos y en el pastel que se vieron arruinados por la presión del viaje. Al fin,

creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y

maravilloso.

—Hijo mío —dijo—, dentro de media hora será tu cumpleaños.

La

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