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Con el crack del 29, todo se vino abajo. Incluso el glamur y la trasgresión en la moda que habían comenzado a imponerse en las mujeres allá por 1914, cuando se acortaron las faldas y quedaron al descubierto no solo los tobillos, sino las pantorrillas hasta cerca de la rodilla. Los felices años 20 se esfumaban y las piernas volvían a quedar escondidas bajo largos vestidos, en consonancia con la gran depresión que se iniciaba. Pero aquello solo fue un paréntesis. La industria textil se preparaba para el contraataque con una prenda que desataría la locura entre aquellas mujeres reprimidas por la crisis y que cambiaría la historia de la moda. Hablamos, ni más ni menos, de las míticas medias de nailon.
En 1935, el químico estadounidense Wallace Carothers inventó este material al que definió como «una nueva seda hecha con fibra sintética». No sabía aún que con su creación iba a revolucionar la moda femenina en todo el mundo, cuando, tres años después, se anunciara la llegada de unas nuevas medias hechas con su material, más resistente y suave que los que se usaban anteriormente.
Fue durante la en la Feria Mundial de Nueva York, en 1939, cuando el vicepresidente de Dupont, Charles Stine, presentó las novedosas medias de nailon a un grupo de mujeres, a las que dejó tirar de cada uno de los extremos para demostrar la fortaleza del tejido. Quedaron absolutamente asombradas, contentas de que aquel material acabaría con los remiendos a los que estaban acostumbradas.
Por fin, el 15 de mayo de 1940 se pusieron a la venta por primera vez en Estados Unidos. Tal fue el impacto que causaron que, cuatro días después, ya se habían vendido alrededor de cinco millones de pares. Toda una locura que hizo que aquel primer día de ventas pasara a la historia como «El Día N». Miles de mujeres se agolparon cada día frente a los grandes almacenes para hacerse con las suyas, disparándose las ventas hasta los 64 millones de unidades en todo el país durante el primer año.
«La fibra milagrosa»
«Más fuertes que el acero», rezaba el anuncio sobre este producto. Era «la nueva fibra milagrosa» que iba a cambiar la imagen de la mujer en el inconsciente colectivo. Las «medias de cristal», como se las llamaba también por su transparencia, envolvían las torneadas piernas femeninas sin producir arrugas, haciéndolas más esbeltas y suaves a los ojos de los demás. La frase del director de cinePreston Sturges comenzó a tener sentido con aquellas medias, cuando dijo, en la década de los 40 dijo que «era preferible un buen par de piernas que un par de brazos».
Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, se paralizó el uso del nailon para la confección de medias y su producción fue declarada de uso exclusivo, por parte del Gobierno de Estados Unidos, para la fabricación de materiales de guerra, tales como paracaídas o cinturones para camiones. Durante aquella aciaga época, las medias eran tan escasas en el mercado que cada par se vendía a 20 dólares, cuando antes había costado uno. Aquello hizo que muchas mujeres se pintaran la raya, simulando la costura trasera que todavía llevaban (recuérdese a Dianne Wiest en «Días de Radio», la película que Woody Allen hizo en 1987, ambientándose en los años 40).
Cuando finalizó la guerra y se levantó el embargo del material, era tal la demanda de medias de nailon que esta superaba en dos años a la de la producción del material. El día que Macy’s –declarada entonces «la tienda más grande del mundo»– puso de nuevo a la venta estas medias en 1945, más de 50.000 pares fueron vendidos en solo seis horas. Muchas mujeres se quedaron sin ellas, al igual que ocurrió en Pittsburg, donde otras 40.000 llegaron a hacer cola en la calle durante toda la noche bajo una lluvia torrencial, para comprar alguno de los 13.000 ejemplares que habían llegado. El lío continuó hasta siete meses después, hasta el punto de que Dupont tuvo que garantizar a las clientas que los pedidos llegarían. Nunca antes del famoso «Dia N» un producto había provocado semejante caos.
Sofía Loren o Anne Bancroft
Tres años después de finalizar la guerra, la producción de nailon se normalizó y la venta de medias continuó constante. Fue en 1946 cuando aparecen nombradas por primera vez en ABC, cuando aún ni siquiera había llegado a España. Este periódico informaba del robo que había sufrido la actrizDorothy Lamour en Baltimore, a quien habían sustraído 36 pares de medias de nailon de su automóvil, junto a otros objetos de lujo.