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Respuesta:
El Gran Chaco es un organismo vivo, habitantes, cursos de agua, clima, cielo. Imaginemos que es como una persona, un organismo que en pocas décadas sufrió transformaciones considerables. Conocemos las peculiaridades del Chaco y sabemos que es un ser, un ente muy delicado. No le viene bien cualquier cosa.
Las personas que han ido al Chaco, tal vez lo vivieron y sintieron también como el Chaco es plano, estar allí da un sentimiento muy particular: no hay horizonte; al viajar parece que uno no va a ningún lado. Se siente desconexión con el resto del mundo. A veces captamos un ambiente de “estar simplemente,” una suerte de tranquilidad que dentro de nuestro habitual activismo, la vivimos como inmovilismo. No hay donde ir: lo más lejano está a la vista es, parte de las nubes, algún punto en la cercanía. Uno recae sobre sí mismo; prevalece el estar centrado sobre si mismo, la vida interior y lo local, los detalles de la vida del lugar en el cual estamos, cobran más importancia. Se está abierto a lo que ocurre allí…Las características de estar en el Chaco marcan a sus habitantes.
La observación siguiente se refiere a algo que las personas que no viven desde siempre en el Chaco perciben como una condición básica de escasez y carencia. Hay poco agua, y no en todas partes…
No se puede vivir ni sobrevivir de manera aislada en el Chaco, en el anonimato y sin mantenerse en relación íntima y respetuosa con la naturaleza.
La cuarta observación, la última de este tipo, se refiere a un elemento calve en el agua, los cursos del agua y los ríos… el comportamiento de los ríos “divagatorios.” Los ríos chaqueños son como la gente chaqueña: ocurren cosas que los modifican, pero a la larga quedan igual.
Pongámonos a escucharlo…el Chaco como maestro, no nos enseña solamente que hacer con él, sino nos ofrece también oportunidades de aprendizaje.
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