Respuestas
Respuesta:
Las otras tías encuentran independencia a dentro del sistema patriarcal de la sociedad de Puebla en que viven, pero Tía Chila se independiza afuera de matrimonio en total. Ella es auto eficiente en todo que hace, y eso no es poco. Es madre, dueño de una casa, dueño una fábrica, diseñadora de ropa, comerciante, y viajadora. Abandona su marido tras siete años de matrimonio, a pesar del chisme de todo Puebla, que piensa que su marido es un buen hombre, pero en eso tampoco piensa Tía Chila. Ella es independiente en sus ideas así como en sus acciones. Es solo después del episodio en el salón de belleza, en que el esposo de Consuelito entra y la asalta enfrente de todas, que la gente sabe la verdad. Chila defiende la mujer y empuje el hombre fuera del salón para sorpresa de todas presentes, quien la oían decir que ella también sufrió un esposo así, pero dice que la asalta “una vez” (Tía Chila). Su experiencia como esposa no es nada irregular, pero Chila es una mujer diferente a todos que aceptan los abusos de sus maridos porque ella sabe como ser independiente y exitosa sin la aprobación o la ayuda de un hombre.
Explicación:
De aquella infancia de caballos, lunas adornadas y nubes que bajaban hacia el campo rescato la insondable presencia de tía Chila, mi tía de ojos negros y silencios pasantes. Sus tardes domingueras estaban destinadas al ritual de escuchar partidos de fútbol. En horas pulcras, su melena soltera soñaba con el mejor equipo de la historia, edad dorada del cuarenta y tantos, cuando la perfecta máquina riverplatense atacaba y defendía con igual precisión. En el país de la memoria millonaria, Loustau, Muñoz, Labruna, Pedernera y Moreno, con pelota de cuero y piernas endiabladas, eran vanguardia de una realidad que escribió su página mejor. Solitaria y a escondidas, ella encendía los acumuladores de la radio campesina, y la voz del relator llegaba con lejana sonoridad al tic tác de su pecho. La tía Chila dejó una instantánea novedosa en años de mujeres que apagaban deseos en novelas de amores imposibles y revistas de modas. Su osada timidez atrapó en delineadas baldosas y modorras de sol, un encuentro de pasiones con héroes sin cuerpo. Aún veo su figura sensitiva y valiente, calladita y serena, en esos domingos de abejas y gorriones, cuando el partido cortaba los bostezos de la tarde. Heredamos pasión en blanco y rojo, el verde de las canchas, el arquero, los goles en la red, el penal mal cobrado, la derrota dolida y el salvador empate. Hoy somos pantalla sin misterio con banderas flameando en las tribunas. Me detengo en el alto sentimiento donde zumban canciones de locos.