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Respuesta:
La Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) es la principal asociación, sin ánimo de lucro, que aglutina a empresas tanto nacionales como internacionales que desarrollan su actividad en el sector energético renovable. Recientemente ha publicado un documento titulado “La hora de las Energías Renovables en la matriz eléctrica argentina” en donde se justifica la creciente necesidad de incrementar la participación de las energías renovables en el mix energético argentino.
Potencia energética
A nivel de potencia, en el año 2014 hay instalados 9.469 MW de potencia instalada de turbo vapor y turbo gas, 9.277 MW de ciclo combinado, 1.010 MW en centrales nucleares, 1.415 MW en motores diesel, y de energías renovables 11.320 MW (distribuidos en 17 MW de biogás, 11.108 MW de energía hidráulica, 8 MW de energía fotovoltaica y 187 MW de energía eólica), lo que asciende a 31.442 MW de potencia.
Es por ello por lo que las energías renovables son las principales fuentes de energía eléctrica en Argentina, y de éstas, la hidráulica, principalmente en grandes centrales.
Si se consideran los datos recogidos anteriormente, la generación eléctrica nuclear se encuentra en el entorno de los 8.000 GWh, la hidráulica alrededor de los 40.000 GWh, las unidades térmicas superan los 83.000 GWh, la energía eólica y fotovoltaica se mantienen por debajo de los 1.000 GWh, y las demás energías renovables aportan mucho menos
Respuesta:
Explicación:
Con la promulgación de un nuevo régimen sobre fomento a la energía eléctrica de fuentes renovables (2015), Argentina retomó la transición hacia una matriz energética más sustentable y diversificada. Desde entonces, la política energética nacional ha impulsado la creación de un mercado doméstico de Energía de Fuentes Renovables (EFR) competitivo, mientras que la política industrial se ha concentrado en promover la transferencia de tecnología y la industria local. El presente trabajo analiza la orientación de estas políticas, la coherencia de sus objetivos y los resultados inmediatos. La política energética y la política industrial destinada a la EFR se desarrollan a diferentes velocidades, con escasa coordinación, condicionando la participación de la industria nacional en sus cadenas de valor.