6. ¿Qué le pedía el joven al maestro
El anillo
“Vengo maestro porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que
no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿qué puedo
hacer para que me valoren más?”.
El maestro sin mirarlo le dijo: “Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero
mi propio problema. Quizás después…-y haciendo una pausa agregó-: Si quisieras ayudarme tú a mí,
yo podría resolver este problema con más rapidez y después talvez te pueda ayudar.
“E.…encantado maestro”, titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus
necesidades postergadas. “Bien” asistió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño
y dándoselo al muchacho, agregó: “Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado.
Debo vender este anillo, porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por el mayor
precio posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más
rápido que puedas”.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo
miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven
mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta a la cara y solo un viejito fue tan
amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para
entregarla a cambio de un anillo.En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía
instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro. Rechazó la oferta. Después e ofrecer su
joya a toda persona que se cruzaba en el mercado – más de cien clientes- y abatido por su fracaso,
montó su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener el mismo esa moneda de oro.
Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces
su consejo y ayuda…
Entró en la habitación. “Maestro, lo siento; no te pude conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera
conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del
verdadero valor del anillo”.
“Qué importante lo que dijiste, joven amigo – contestó sonriente el maestro-, debemos saber primero
el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile
que quisieras vender este anillo y pregúntale cuanto te daría por él. Pero no importa lo que te ofrezca,
no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo”.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil de su lupa, lo pensó y luego le
dijo: “Dile al maestro, muchacho, que, si lo quiere vender YA, no puedo darle más de 58 monedas de
oro por su anillo”.
“¡58 MONEDAS!”, exclamó el joven. “Sí”, - replicó el joyero – yo sé que con el tiempo podríamos
obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé…si la venta es urgente…”
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
“Siéntate – dijo el maestro después de escucharlo-. Tu eres como ese anillo: Una joya muy valiosa y
única. Y como tal, solo tiene que evaluarte un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que
cualquiera descubra tu verdadero valor?”. Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo
pequeño.
Silvita Gudiel
Respuestas
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Explicación:
nena espero te ayude : lo q el niño le pedía al profe era q lo ayudara a ser valorizado por la gente y el profe le dio una idea de tenia q vender el anillo de valor para q lo reconocieran a el estudiante
Anónimo:
nena espero te ayude reina jsjsjsj
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