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La antropología debe aprender a comunicarse. Es, en palabras de Marián Moya (2009) “una asignatura pendiente de nuestra disciplina”. Debido a los requerimientos del formato académico y a ese secuestro disciplinario del que ya hemos escrito anteriormente (consultar : El secuestro de la antropología), la antropología ha invertido pocos esfuerzos en hacerse entender y llegar con ello a un público generalista.
Este “silencio antropológico” no atañe únicamente a la pésima interpretación de nuestros conceptos medulares. También invisibiliza otros conceptos básicos y muy valiosos para las transformaciones derivadas de la globalización. Sostiene Moya que el psicoanálisis ha logrado introducir conceptos a priori muy técnicos como “inconsciente”, “narcicismo”, “bipolaridad” o “neurosis”. Del mismo modo, la antropología debiera popularizar conceptos como “etnocentrismo”, “relativismo cultural”, “reflexividad”, “otro cultural”, etc… Pero para ello, debemos atrevernos a dar el gran paso: el público generalista.