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No reciben prebendas ni disfrutan de beneficios fiscales. Unos son ricos, otros no. Llevan apellidos ligados a la historia y están orgullosos de ello. El 1 de enero de 2007 había en España 2.802 títulos nobiliarios en manos de más de 2.100 personas. La mayor parte de ellas son hombres y mujeres que trabajan y viven al margen de su abolengo, a medio camino entre el tópico y el futuro. Pero, ya saben, la nobleza siempre obliga. Éste es el retrato de la aristocracia española del siglo XXI.
Cuando supieron que desde EPS pretendíamos hacer un retrato de la aristocracia en España, casi todos los participantes en este reportaje se mostraron escépticos. "No es posible establecer un patrón", nos dijo alguien, "y os vais a encontrar de todo". Así fue. Después de semanas de trabajo, de realizar decenas de entrevistas, de hablar con varios nobles titulados ?venciendo, en algunos casos, notables reticencias iniciales? llegamos a la conclusión de que nuestro informante estaba en lo cierto: la aristocracia es un colectivo presidido por la heterogeneidad. Muy pocos viven en palacios. Hay incluso quien disfruta de un piso de protección oficial. Casi todos trabajan, algunos en puestos de responsabilidad. Muchos ocultan su condición nobiliaria, y otros aseguran que su apellido ha supuesto un obstáculo en sus carreras profesionales. En lo único en lo que todos coinciden es en que un título nobiliario no tiene hoy ninguna utilidad práctica, más allá del legítimo orgullo que puede suponer para alguien el saberse parte de una estirpe cuyos orígenes se pierden en los siglos.