Cuales son beneficios de la historiografía?¿
formalizada, a principios del siglo XIX, se ha visto afectada transversalmente por la
concepción de Historia y por consiguiente de la historiografía en boga.
El quehacer del profesor en historia supone la puesta en juego de las relaciones entre la
concepción de Historia, la Historiografía y la Didáctica de la Historia.
Respuestas
En la enseñanza de la historia pretende abordar la didáctica de dicha materia en las etapas educativas obligatorias como algo más que un saber erudito carente de valor social.
Respuesta:
En los últimos meses una inesperada polémica ha venido a sumarse al panorama periodístico con indudable fuerza. La discusión concierne a un tema que habitualmente se encuentra alejado de los grandes medios de comunicación y al que sólo la disputa política le ha permitido saborear las mieles de aparecer en los principales informativos televisivos o en las portadas de los periódicos estatales de mayor influencia en la opinión pública. El tema a debate: la historia. El motivo: decidir qué historia debe enseñarse a los ciudadanos.
Esta sorprendente aparición mediática nos deja a algunos historiadores con un sabor agridulce. Dulce, porque nos parece positivo que una parte de la sociedad se dedique con tanto ardor a discutir sobre la tarea de los historiadores y su utilidad social. Agria, porque puede fácilmente comprobarse que la discusión está, en la mayoría de las ocasiones, muy alejada de lo que debería ser un debate racional sobre un tema que tiene más importancia colectiva de la que a primera vista pudiera parecer. La ecuanimidad, la serenidad analítica y el distanciamiento de las opciones partidarias no han sido precisamente una moneda de cambio durante los meses en que la controversia se ha mantenido en la cresta de la ola informativa.
¿Por qué ha sucedido un acontecimiento tan inusual? Desde luego, a nadie se le ocurre levantar una disputa pública sobre la enseñanza de la química, la ingeniería industrial o la medicina, por poner sólo tres ejemplos. En cambio, parece necesario y hasta urgente celebrar una contienda publicitada sobre la enseñanza de la historia y la tarea de la historiografía. Admito que la situación puede ser extraña por infrecuente, pero en cualquier caso no deja de ser una inequívoca muestra de la importancia social de la historia y de la trascendencia política que tiene el contenido y la forma en que se divulgan los conocimientos que fabrican los historiadores. De hecho, se ha podido comprobar una vez más que, pese a la era científico-tecnológica en la que casi todos los pensadores proclaman que vivimos, la discusión sobre la vieja Clío tiene siempre un valor civil de carácter estratégico. Si algo ha venido a demostrar esta disputa mediática es que la historia se muestra como una materia políticamente sensible, más sensible que otras muchas materias académicas que merecen sin embargo mayores atenciones presupuestarias. Lo era en la Grecia clásica y lo es en nuestros días.