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EN LA COSMOVISIÓN ISLÁMICA
Cuando ellos surgieron del desierto portadores del Mensaje que había cambiado la existencia de tantos pueblos, los primero musulmanes no eran, ciertamente, un pueblo culturalmente muy avanzado. Además de nociones y usos que les permitían sobrevivir en la naturaleza hostil de la inmensa Arabia, todo el saber de esta gente sencilla (los mejores en el Islam) está contenido en el Libro revelado y en las enseñanzas del Profeta (s.a.s.) que les acababa de abandonar. En cuanto al arte, se limitaba a la artesanía que les procuraba los objetos necesarios para su vida pastoril, o la fabricación de armas, así como a los poemas y melodías con los que los beduinos acompañaban sus festividades o sus interminables excursiones a lomos de los camellos. Allí no faltaba ciertamente belleza vigorosa pero, según nuestros criterios actuales, estaríamos autorizados a calificar de intelectualmente poco desarrollados, a estos árabes que, a mediados del siglo VII, permitieron la posterior islamización del mundo.
Algunas decenas de años más tarde, desde la instalación del califato en Damasco, estos mismos musulmanes y musulmanas, habían establecido las bases de una civilización nueva, una de las más brillantes y más refinadas de todos los tiempos. Ésta, bebiendo en fuentes múltiples y utilizando los materiales más diversos, manifestaba desde el comienzo un poder extraordinario de asimilación, que debía permitirles guardar, a través de los siglos y en todas las regiones donde de extendió, una coherencia y una homogeneidad notables, y de permanecer, como todo lo que procede del Islam, centrado sobre la Unidad.
No se comprendería la naturaleza real de esta gran civilización ni comprender cual es la diferencia fundamental de ésta con la de Occidente después del Renacimiento, sin diferenciar los grandes principios que no han cesado de inspirarla durante el largo tiempo que ha permanecido verdaderamente musulmana. Y lo que hace falta aclarar en primer lugar, es que ella ha sido una expresión auténtica del Islam como tal, es decir, ha expresado en todos sus modos una actitud de sumisión y de conformidad a la Voluntad de Allâh.