Uno de estos es la autobiografía novelada del vietnamita Bao Ninh, El dolor de la guerra, lee el siguiente
fragmento:
“Después de que los americanos se retirarán, llegó la estación de las lluvias, inundando la jungla,
convirtiendo el campo de batalla en un cenagal cuya superficie se tiñó a causa de la sangre. Cadáveres
hinchados flotaban junto a los cuerpos de animales carbonizados, mezclados con ramas y troncos que la
artillería había derribado, todo a la deriva en un pestilente cenagal […].
Desde ese momento, se le llamó la jungla de las Almas que Aúllan. Solo oír el nombre susurrado
producía escalofríos. […] Por la noche, en el corazón de la jungla, se oían los sollozantes susurros, los
gritos arrastrados por el viento. Quizá fueran realmente las voces de las almas en pena de los soldados
muertos.
Nos arrastramos por la tierra roja, por el fango, con una ametralladora al hombro o una mochila a
cuestas. A veces descalzos. Y tanto él como yo, como los demás soldados de a pie de la guerra,
compartimos un destino. Compartimos las vicisitudes, las derrotas y las victorias, la dicha y el sufrimiento,
las pérdidas y las ganancias. Pero la contienda sacudió a cada uno de una manera distinta.
Todos llevábamos en el corazón una guerra propia que en muchos aspectos era completamente
diferente, pese a nuestra causa común. Los recuerdos de la gente a la que habíamos conocido y de la
guerra en sí no coincidían, y en los años posteriores a ésta, nuestros destinos no fueron los mismos.
La única semejanza después del conflicto se reducía a que todos habíamos conocido una suerte difícil,
dolorosa y distinta. También compartimos un mismo dolor, el inmenso dolor de la guerra. Se trataba de
un dolor sublime, más sublime que la dicha, que superaba cualquier sufrimiento.
Gracias a ese dolor, fuimos capaces de escapar de la matanza y la lucha continuas, de las terribles
condiciones del combate y la infelicidad de los hombres que habían de vérselas en el encarnizado y
violento teatro de la guerra.
También, gracias a ese dolor compartido, hemos sido capaces de seguir de nuevo nuestro camino. Es
probable que nuestra vida no sea muy feliz, incluso que sea pecaminosa, pero ahora llevamos la
existencia más hermosa que jamás hayamos esperado, ya que es una existencia en paz”.
Hasta aquí la lectura.
Una vez leído el texto anterior, realiza una reflexión propia del mismo (mínimo 10
renglones)
Respuestas
Respuesta dada por:
1
Respuesta:
ola jesus
Explicación:
soy nicool del perrito
Anónimo:
a hola
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