• Asignatura: Castellano
  • Autor: luikare05
  • hace 3 años

hacer un relato policiaco​

Respuestas

Respuesta dada por: yanetiniesta81
3

*Respuesta*:

El extraño caso del ladrón de abrazos

“Había una vez un ladrón tan extraño que lo único que quería era un abrazo. Por eso le llamaban el ladrón de abrazos. Pero como robar abrazos no es delito, este curioso ladrón seguía haciendo de las suyas.

El ladrón de abrazos salía a la calle todos los días, dispuesto a meterse en medio de cualquiera pareja de personas que estuvieran abrazándose. Pero resultaba tan molesto que la gente procuraba no tocarse en público, por si acaso.

Esto no gustaba al ladrón de abrazos, así que tenía que buscar una solución. Lo que hacía el ladrón de abrazos cuando no conseguía meterse en ninguno era atracar un establecimiento lleno de gente. Le daba igual que fuera un banco, un supermercado o un hospital.

El ladrón de abrazos entraba en el sitio elegido con un porra y decía:

-¡Esto es un atraco! ¡Abran sus brazos si no quieren llevarse un buen porrazo!

Y la gente abría los brazos. Y el ladrón de abrazos iba uno por uno buscando un achuchón hasta que oída las sirenas y salía corriendo, feliz y contento de haber encontrado tantos abrazos en un ratito.

Un día el jefe de policía decidió que ya era hora de parar esa ola de atracos absurdos. Pero no podía detener al ladrón de abrazos, así que pensó en un solución.

El jefe de policía reunió a un grupo de voluntarios y les contó su plan. A todos los pareció bien y pasaron a la acción.

El jefe de policía colocó un puesto en la calle con un enorme cartel que decía: ‘Abrazos Gratis’. Un voluntario se ponía a dar abrazos a otros muchos voluntarios para llamar la atención del ladrón de abrazos.

Cuando el ladrón de abrazos vio a aquello fue corriendo, feliz de poder abrazar a alguien sin molestar.

-Si quieres puedes sustituirme cuando quieras -le dijo el voluntario que le dio el abrazo. -¡Sí, sí, por favor!

Y así fue como el ladrón de abrazos dejó molestar a la gente de la ciudad que, agradecida, pasaba por el puesto de abrazos gratis para que el ladrón estuviera entretenido y feliz".

Moraleja

Aunque un abrazo sea un acto de afecto, no es correcto hacerlo a personas desconocidas que quizás no lo quieren. A veces lo mejor es preguntar y asegurarse de que ese acto de amor será bien recibido.

Respuesta dada por: belurocabado
2

Respuesta:

Solía haber un ladrón curioso que robaba comida a la gente que comía en la calle. De hecho, no todos. El ladrón solo se llevó bollos, caramelos, chucherías y esas bolsas que contenían diversos alimentos fritos, que le daban náuseas en los dedos y la boca sucia y maloliente.

El caso es que el misterioso ladrón fue tan rápido que nadie lo vio ir y venir. Pero una vez que alguien se pierde, lo que comen desaparece

El ladrón robó a tanta gente, y finalmente tomó el sobrenombre de Señor Glotónez.

El Señor Glotónez eventualmente se convirtió en un verdadero tormento para los habitantes de la ciudad. No hay forma de comerse un pequeño muffin de chocolate, un bizcocho con relleno de crema o una bolsa de simples patatas fritas en la calle. No importa lo que hiciera el vecino, el Sr. Grotonez apareció y desapareció como una exhalación, llevándose la comida.

Ante tantas denuncias, la policía no tiene más remedio que intervenir. Pero ni siquiera saben por dónde empezar. Porque el señor Glotónez no dejó pistas.

Primero, instalaron cámaras en todas las luces de la calle. Pero no obtuvieron ninguna información clara de nadie, porque el Sr. Grotnes fue tan rápido que no tuvo tiempo de obtener una imagen clara.

Luego probaron a tenderle trampas, usando señuelos para atraerlo. Pero ni con esas fueron capaces de pillarlo.

-Tengo una idea -dijo la agente Fernández, recién llegada a la comisaría-. ¿Qué os parece si, durante una temporada, dejamos la bollería, los dulces y los fritos y nos pasamos a la fruta, a la verdura y a todas esas cosas sanas que están tan de moda?

Así se aburrirá y se marchará -dijo el agente Pérez-. Y no podremos pillarlo.

-Pero al menos se irá y dejará de molestar -dijo la agente Fernández-.

-No perdemos nada por probar -dijo el capitán de policía.

Y eso hicieron. La policía pidió a las tiendas que dejaran de vender los productos que robaba el señor Glotónez y que los sustituyera por snacks saludables. Al principio la gente estaba muy molesta, pero en cuanto vieron que el señor Glotónez les dejaba en paz y les permitía comer sus tentempiés cambiaron de idea.

Y así fue como en aquella ciudad se libraron del señor Glotónez.

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