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Hace 100 años, en Rusia se desataron una serie de acontecimientos que cambiaron el mundo. La Revolución rusa de 1917 no solo acabó con un imperio de 300 años, sino que transformó de arriba a abajo el sistema político y económico del país dando origen al primer sistema comunista de la historia y tuvo una influencia enorme sobre el resto del mundo.
Manifestación en Petrogrado (actual San Petersburgo) durante la revolución rusa.
Manifestación en Petrogrado (actual San Petersburgo) durante la Revolución rusa. Wikipedia
Pobreza, guerra e injusticia
A principios del siglo XX Rusia era un país atrasado, enormemente desigual, con grandes masas de población muy pobre y una pequeña élite muy rica. Sufría una profunda crisis económica y estaba gobernado por una monarquía absolutista (liderada entonces por el zar Nicolás II) extremadamente impopular.
Por si fuera poco, el país entró en 1914 en la I Guerra Mundial, un conflicto en el que sufrió grandes derrotas y donde murieron alrededor de 1,7 millones de sus ciudadanos.
La chispa de la revolución
En esta situación, el descontento social era enorme. Eso se tradujo en dos oleadas revolucionarias que se dieron en 1917: por un lado, en febrero se produjo una serie de revueltas que obligaron al zar a dejar el trono, cuando vio que no podía controlarlas porque incluso el ejército se ponía del lado de los protestantes.
A partir de entonces se organizó un Gobierno provisional que era cada vez más débil, mientras que una nueva forma de organización política ganaba cada vez más apoyo popular: los soviets o asambleas de trabajadores, que querían impulsar una revolución socialista.
The hammer and sickle (☭) or sickle and hammer (Russian: Серп и молот) is a Communist symbol that was conceived during the Russian Revolution. At the time of creation, the hammer stood for industrial labourers and the sickle for the peasantry; combined they stood for the worker-peasant alliance for socialism and against reactionary movements and foreign intervention. istock images
La hoz y el martillo se convirtieron en el símbolo del comunismo: en el sistema comunista, el poder estaba en manos de los agricultores y los trabajadores. Getty
Estos últimos protagonizaron la segunda oleada revolucionaria de 1917. El 25 de octubre (que equivale a nuestro 7 de noviembre porque entonces se usaba otro calendario en Rusia), liderados por Vladimir Lenin y León Trotski, asaltaron la sede del Gobierno provisional y se hicieron con el poder.
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