• Asignatura: Historia
  • Autor: lexismatt
  • hace 3 años

carta de opinion sobre el islam y la expansión musulmán porfavor ayúdenme ​

Respuestas

Respuesta dada por: CamilaAkiro34
17

Respuesta:

Explicación:

resumen: Los españoles siguen sin dar encaje en la configuración de su ... tiempos de la expansión del islam, se incluyó en la segunda el esfuerzo para ... Un ejemplo de lo arriba expuesto, puede observarse en el foro Musulmanas, ... 1974 dirigiese al entonces rey de Marruecos, Hasán II, una carta titulada el Islam.

espero que te sirva

Respuesta dada por: dhannarobles
12

Respuesta:

Hemos olvidado a todos mares que la tolerancia de la que tanto hablamos -aquella necesaria para cualquier tipo de convivencia- pide rechazar muchas cosas. La tolerancia obliga a la intolerancia hacia las ideas o actitudes que son inaceptables, diría el filósofo en búsqueda de discusión.

Nada más políticamente incorrecto que decir que las religiones hacen daño. A vivir con ello. Más de uno podría considerar inadmisible tal declaración. Sin embargo, de andar caminando por Europa durante la Edad Media, al cadalso me habrían enviado por mi opinión del catolicismo cuando pusiera en duda las supersticiones a las que todos se encomendaban. Si un cura del siglo XVI me escuchara en la Nueva España, la Inquisición no tendría cargos suficientes para condenarme por lo que hubiera dicho.

Cuando intentamos verle lo positivo a todas las creencias, me sale lo blasfemo con el Islam y no faltará quien insista que debo diferenciar a los «buenos» de los «yihadistas». En lo simple tendrá razón, pero no es eso a lo que me refiero. Si bien el tiempo permite modificar las percepciones, lo que un día fue bueno a la mañana siguiente se transforma en un suplicio y así aparece la crueldad y la infamia. En el siglo VII del calendario de Occidente, el Corán fue un factor de unificación. Hoy, a la distancia, me atrevo a decir -con cierto dolor- que el Islam ha sido lo peor que nos ha pasado a los árabes y a nuestro mundo.

Los árabes no somos los imanes fanáticos, tampoco Hamas, Al Qaeda ni el Estado Islámico de Irak y Siria, menos los burdos represores de derechos humanos que obligan el uso del burka, los matrimonios forzados y las guerras en nombre de Dios como si fuéramos cruzados. Los árabes no somos ellos, pero hay algo en el pensamiento de aquellos que decapitan y hablan de califatos que invade nuestra memoria.

Buscar la explicación de nuestras sociedades y condiciones desde la investigación política, las aulas de los internacionalistas, el petróleo y los llamados divinos tendrá las limitaciones de la temporalidad. A los árabes de las noticias hay que entenderlos a partir de la antropología y la lingüística.

Ninguna otra entidad se debe tanto a la palabra. Los árabes somos de distintas razas: antes del Profeta Mahoma no éramos sino tribus (algo nada peyorativo), una estructura social superior a la del clan pero inferior a la del Estado. A los árabes no nos unen los rasgos, ni siquiera las creencias; para entender quiénes somos se debe prestar atención al lenguaje.

Cuando Mahoma viajó de La Meca a Medina, hablábamos de forma parecida, pero no teníamos una lengua y usábamos los dialectos arábigos de la época. Por lo práctico de lo arbitrario, uno de ellos -el Hijaz– fue usado para darle al Corán su carácter literario. Con su transcripción, nos hicimos grupo y nos identificamos como hermanos. Fuimos árabes gracias al lenguaje que se usó para escribir un compendio de reglas. Este libro determinaría la personalidad de nuestras sociedades. Por eso, el Islam y el arabismo están ligados, incluso sobre las doctrinas, al punto en que judíos, cristianos y no creyentes de esta zona del mundo tenemos sin coincidencia religiosa, una inmensa carga de cultura islámica, de cultura árabe. El lenguaje del Corán se llamó el lugha y con él nos entendimos en los distintos países sin la necesidad de recitar los versos de Mahoma.

El mayor grado de desarrollo intelectual se ha logrado con el lenguaje, a partir de él inicia la hominización de nuestra especie. La palabra es logro de los humanos, salvo para los musulmanes. Los hablantes de las lenguas romances, las sajonas, las eslavas, las del subcontinente indio (con todo y sus problemas de miseria) son orgullosos del momento en que las señas, las pinturas y la tradición oral derivaron en la escritura. Para los creyentes, según cuenta el Corán, la palabra es un invento de Dios y él se las prestó. El pináculo del intelecto no es propio de nosotros. La religión robó el título de propiedad sobre la verbalización del pensamiento y en este punto -si bien empezaron los mayores avances en las matemáticas, se hizo la poesía y se dio el arte que llegó a España y construyó la Alhambra- vinieron los problemas.

Explicación:

espero haberte ayudado

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