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La izquierda de España tiene un problema. No ha sabido descolgarse del marxismo. En 1979 Felipe González otorgó un valiente paso para superarlo. Exigió que el marxismo fuese eliminado del ideario del PSOE. Ha sido una elección acertada que le permitió llegar al poder en 1982.
Desafortunadamente, tras la Transición, los círculos intelectuales autodenominados progresistas atribuyeron una presunta superioridad moral al marxismo que impulsó la extensión de chiringuitos asociativos bastante proclives a excusar todo crimen o delito de la izquierda. O estabas con ellos o eras un fascista.
La izquierda debe aprender a distinguir precisamente entre el socialismo marxista y el socialismo democrático. De esta forma pasa en el continente Europeo y de esta forma debe ser aquí. El socialismo democrático atribuye más trascendencia al sector público que la derecha liberal, que supone más en el área privado.
El autoritarismo de la izquierda marxista debería ser puesto a la luz de manera definitiva durante el siglo XXI. El Manifiesto Comunista solamente ha desarrollado dictaduras. Por esto, es de gran costo la presente resolución del Parlamento Europeo de septiembre de 2019, sobre la “Importancia de la memoria histórica para el futuro de Europa”.
Es una llamada de atención a todos los habitantes de buena fe, sean de izquierdas o de derechas. Rememora “que los regímenes nazi y comunista cometieron homicidios en masa, genocidios y deportaciones y fueron los responsables de una pérdida de vidas humanas y de independencia durante el siglo XX a una escala hasta el momento jamás vista en la narración de la humanidad”. Y exige a todos los estados miembros que “sensibilicen a la nueva generación con en relación a estas cuestiones”.
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