Respuestas
Por ejemplo puede engañarnos en la tv por que muestran algo diferente a lo que compramos y creemos que ese producto es igual al que promocionaba en el anuncio.
Explicación:
Y con esto atrae más personas a los locales y nos manipulan
Explicación:
¿SABE el lector que para el tiempo en que el norteamericano medio llega a la edad de diecisiete años ha visto alrededor de 350.000 anuncios de televisión? ¡Un promedio de más de cincuenta por cada día de su vida! Y la publicidad también lo bombardea de otras fuentes. Recientemente un ejemplar corriente de una famosa revista de noticias tenía veintidós páginas de noticias y noventa y siete páginas de publicidad, ¡más de cuatro páginas de anuncios por cada página de noticias!
Muchas personas deploran gran parte de la publicidad actual. También la relacionan a la actual deuda de los consumidores estadounidenses que llega a 170 mil millones de dólares, ¡un promedio de más de 800 dólares por cada hombre, mujer y niño en el país! Sin embargo otros dicen que la publicidad realiza un servicio valioso al hacernos conscientes de productos y servicios útiles.
Hay algo de verdad en ambos puntos de vista. La publicidad puede ser útil. Sin embargo, hay trampas, siendo la principal de éstas los esfuerzos que se hacen para manipular su mente. Pero muchos preguntan: “¿A qué se debe eso? ¿Por qué no presentar sencillamente los hechos acerca de los productos y dejar que la gente decida por sí misma?” Hay varias razones.
¿Por qué la manipulación?
Una razón es que los hechos no se venden bien. El trabajador publicitario Paul Stevens dice: “Tome un esfuerzo sincero, honrado, y opóngalo a un anuncio de los de mucho ruido y pocos hechos que tratan de tapar la verdad real, y por lo general el de mucho ruido y pocos hechos obtendrá la atención.” Un estudio reciente que utilizó un producto ficticio ilustra el caso:
“Cuando los Duraznos Bocaditos al ser pesados en una balanza pesaron menos que una marca rival, el grupo de consumidores expertos obtuvo la impresión deliberadamente despistadora —pero abrumadoramente persuasiva— de que la marca Bocaditos contenía menos calorías. . . . En cuatro de los seis experimentos, el anuncio engañoso aventajó por mucho la promoción honrada en engatusar al auditorio a querer comprar.”—Time, 14 de mayo de 1973.