• Asignatura: Historia
  • Autor: tamaraordenes
  • hace 3 años

Que elementos podrían explicar que mussolini considerara el bolchevismo como una amenaza?

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Respuesta dada por: juanjose010562
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Respuesta:

El germen del libro Mussolini contra Lenin puede que se encuentre en parte en el prólogo de otro de los libros de Emilio Gentile, centrado en la marcha sobre Roma, en el que realizaba una brevísima comparación entre Mussolini y Lenin y el día en que tomaron el poder. Gentile concluía recriminando: «Todavía no se ha intentado una historia comparada entre la revolución de octubre bolchevique y la revolución de octubre fascista»1. No obstante, Mussolini contra Lenin colma sólo parcialmente el vacío historiográfico, ya que no se centra en las dos revoluciones. Tampoco es una comparación entre las dos biografías. Sin embargo, resulta especialmente útil para reflexionar sobre la evolución del pensamiento de Mussolini y su visión del poder leninista.

Mussolini y Lenin coincidieron entre marzo y abril de 1904 en Ginebra, donde ambos frecuentaban los círculos de los exiliados. Es probable que asistieran a la conmemoración de la Comuna de París celebrada en la ciudad suiza. Pero no se trata de un libro de Historia contrafactual ni de Historia virtual. Gentile no especula sobre un hipotético encuentro entre Lenin y Mussolini, sino que, a partir de una serie de pruebas, lo define como «posible». Sin embargo, el encuentro ocasional no es lo que realmente interesa a Gentile. La mera posibilidad representa un pretexto para reflexionar sobre los caminos políticos de las dos figuras, paralelos hasta 1914 y, a partir de este año, contrapuestos e irreconciliables.

Discípulo de Renzo de Felice, Emilio Gentile es, sin duda, uno de los mayores estudiosos del fascismo. Su producción académica se caracteriza por la «peculiaridad» de ir frecuentemente a contracorriente y cuestionar ideas aceptadas por gran parte de la comunidad científica. Este libro sigue en esta línea y cuestiona la idea aceptada por la historiografía italiana y extranjera de la existencia de una cierta relación, de un vinculo, entre el bolchevismo y el fascismo, como si el primero hubiera contribuido al desarrollo del segundo. Algunos autores consideran incluso a Mussolini un imitador de Lenin que, fascinado por sus resultados, decidió emular su estrategia. Gentile no coincide con esta tesis y, en un libro muy documentado y riguroso, que espacia a lo largo y ancho de la obra de Mussolini, desvincula los dos fenómenos, poniendo el acento en la crítica del Duce al régimen bolchevique.

Al igual que en anteriores libros (como Le origini dell’ideologia fascista, 1918-1925, Fascismo. Storia e interpretazione e Il culto del littorio. La sacralizzazione della politica nell’Italia fascista), Gentile reafirma su idea sobre la existencia de una ideología específicamente fascista, con sus características originales, su liturgia y su estética. Una ideología convertida en religión política a través de la sacralización del culto del fascismo. Y, al mismo tiempo, incide en el objetivo del régimen: construir un nuevo Estado totalitario. El libro se enmarca en esta línea y pretende demostrar que Mussolini elaboró su concepción totalitaria de la política no derivándola de la experiencia bolchevique, sino como producto de la propia experiencia del Partido Nacional Fascista y tomando como base su particular forma de conquistar el poder. Para Gentile, el fenómeno totalitario italiano no se desprende del caso ruso. No se trató ni de emulación ni de importación. El origen del totalitarismo fascista se encuentra en la combinación que se dio a partir de 1919 entre partido, milicias, ideología e instituciones.

Como afirma Gentile, las comparaciones entre Lenin y Mussolini o entre bolchevismo y fascismo vienen de lejos. Entre otros, el autor del libro cita a Harold J. Laski (ya en 1923), Giuseppe Prezzolini, Antonio Gramsci, Giovanni Amendola o Luigi Sturzo. También podría citarse el famoso libro-entrevista de Emil Ludwig en el que, a la pregunta sobre las «tan considerables» semejanzas entre el sistema de Roma y el de Moscú, el propio Mussolini reconocía: «No niego las semejanzas»2. Años más tarde, el filosofo Toni Negri se preguntaba si «no podría decirse que incluso Mussolini y Hitler soñaron con ser Lenin»3.

Como si se tratase de una obra de teatro, el protagonista de la escena es Mussolini, con Lenin actuando como secundario de lujo. Con la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa como escenario, Il Popolo d’Italia sirve como guion para seguir la evolución del pensamiento de Mussolini tanto sobre la revolución rusa y Lenin como para la construcción de su idea de Estado. A través de los artículos y editoriales del periódico –escritos por Mussolini o por periodistas afines– es posible realizar un viaje casi psicológico por el pensamiento del Duce. En sus escritos se aprecia la fascinación por Friedrich Nietzsche y por Gustave Le Bon, así como la influencia del clima cultural y político de finales del siglo XIX y comienzos del XX, marcado por la propagación de ideas socialdarwinistas, antisemitas o reaccionarias.

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