• Asignatura: Castellano
  • Autor: rociobugueno3
  • hace 3 años

crea un cuento de 300 palabras

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Respuesta dada por: mateordz0505
2

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Era una pequeña playa de con acantilados rocosos y sin ninguna vegetación; era una de esas playas de esas que están muy alejadas de todo, de esas que tienen un difícil acceso.

Las últimas luces del día permitían ver que en las frías arenas había poco más de un centenar de banderines clavados, dispersos en forma irregular; estaban bastante desgastados por el tiempo, incluso había algunos rotos. Tal vez esos banderines estuvieron ahí desde siempre - pensé; aunque eso es poco probable.

El día había sido frío, así que supuse que la noche sería gélida, con un frío de esos que hielan los huesos; así, a mi mente vino la idea de hacer una gran fogata; ¡esos banderines serían perfectos como leña! - pensé; así que procedí a arrancarlos.

Me extrañó lo firmemente sujetos que estaban, como si estuvieran clavados a algo mucho más sustancioso que la fina y poco sustanciosa arena. Sin embargo, con algo de fuerza conseguí arrancarlos de cuajo.

La oscuridad comenzaba a imponerse rápidamente, así que cavé un pequeño foso y encendí el fuego, sin embargo todavía tenía pocos banderines; no me alcanzarían para toda la noche y el frío y el viento ya estaban más que fuerte, así que fui a buscar más banderines.

No sé cuánto tiempo paso, pero realmente ya había oscurecido; uno pierde la noción del tiempo cuando está imbuido en una tarea como esta. Cada vez que me alejaba de la fogata era entrar a lo oscuro; esto era bastante desagradable, pero mi intención era la de hacerme con más madera para mi fogata.

Ahora en la profunda oscuridad, era difícil encontrar estos banderines, era una noche sin luna, la inmensidad del horizonte oceánico era de un uniforme e interminable color negro; sólo allá a lo lejos brillaba mi menguante fogata enterrada en su pequeño foso protector; decidí no alejarme demasiado de la fogata, sin embargo los banderines cada vez parecían estar más lejos, más dispersos, más difíciles de encontrar.

Así, caminando con unos pocos banderines en los brazos de repente... me fui al suelo!, los banderines volaron por los aires; había caído en un pozo, debería tener más de un metro de profundidad y cabía perfectamente un cuerpo entero en el mismo. Me dije a mi mismo, -¡cómo es que no lo viste!

Me levanté trabajosamente, tomé los pocos banderines que pude encontrar y comencé a acercarme directamente a mi fogata, único punto de luz que había. En mi camino comencé a notar que había varios de esos pozos; había demasiados, todos extrañamente similares en tamaño, todos muy parecidos entre sí; no puedo explicar cómo fue que no los noté antes, cuando había luz.

Al llegar a la fogata, empecé a tirar los banderines al fuego; uno por uno, tratando de administrarlos bien. Noté que había uno estaba en buenas condiciones, parecía estar intacto; noté que estaba finamente trabajado, en un extremo tenía una empuñadura y en el otro, una punta metálica.

Ahí noté que los banderines que quemaban en realidad eran antiguas lanzas; ¡me encontraba en un viejo campo de batalla! Al fin comprendí la razón de esos pozos; al retirar esas lanzas había despertado un viejo conflicto, que nunca había tenido una correcta finalización; un conflicto que algún poder superior había congelado en el tiempo.

Fue en ese instante que me di cuenta de que no estaba sólo, las sombras que me rodeaban así me lo hicieron sentir.

Explicación:

coronita porfa me tarde escriniendolo


mateordz0505: escribiendo*
peraltasinchee: eso lo copiaste jajaha
peraltasinchee: y es por que lo vi en google jsjsjs
rociobugueno3: toda la razon
peraltasinchee: jsjsjsjs
Respuesta dada por: peraltasinchee
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LA ESTACIÓN

La estación es un lugar de partida, pero también de encuentro, al menos así lo entienden las personas que allí se encuentran.

Hay diferencias con el pasado, cuando se emprendía un viaje, era una cosa extraordinaria y memorable. Hoy todo eso ha cambiado, es parte del día a día, en el caso de algunas personas, forma parte de su trabajo. Las despedidas y los recibimientos se hacen raros.

Caras grises y apuradas de tiempo, son los nuevos sustitutos. Las maletas voluminosas, donde trataban de llevar lo más posible, son sustituidas por maletines portátiles donde llevar el ordenador o los pocos papeles necesarios para resolver las necesidades diaria. Eso si, lo que no puede faltar, es el teléfono móvil que sonara varias veces a lo largo del viaje.

Todo hace que las estaciones se hayan transformado y que sensaciones que se tenían antes, ya no tengan cabida, ni en las paredes de los pasillos.

Los trenes también se han adaptado a los nuevos tiempos y se transforman en más rápidos. Dando más luz a unos vagones lúgubres, que campaban en el pasado. Las conversaciones en los departamentos se han cambiado por las conversaciones telefónicas, ni siquiera la música ambiental puede tapar las mismas.

Los altavoces no solo anuncian las nuevas salidas o llegadas, sino medidas de seguridad, que te hacen mirar a la persona que pasa junto a ti, en una persona extraña, capaz de cometer un delito: desconfiar.

El edificio vive la forma de vida transformada al tiempo actual. Los periódicos son gratuitos, con noticias esquemáticas y un espacio para el ocio, cada vez más escaso.

Hay prisa, se corre para coger el nuevo transporte y es imposible dejar huella en este suelo de granito. Las maletas tienen ruedas. Que aumentaran, de grosor, los fines de semana. Dando rapidez.

hay ta tu wuevada (pstd ; no se mas)

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