por que era importante dominar el fuego para trabajar los metales ​

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Respuesta dada por: nahiara808
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Desde el Paleolítico los grupos humanos conocían los recursos mineros de las zonas que habitaban temporalmente, y el trabajo de algunos minerales metálicos, mediante martelado, batido o pulimento, aparece documentado ya en el Neolítico, incluso en áreas geográficas carentes de tales recursos, en virtud del inicio de los intercambios de materias primas.

Sin embargo, para conseguir el logro tecnológico de la metalurgia fue decisiva la experiencia acumulada en la elaboración de la cerámica, habiéndose demostrado en algunos casos que las técnicas más antiguas de fundición de metal se basaron en la propia cerámica, al servir los recipientes cerámicos de pequeños hornos en los que se calentaba el mineral hasta que se fundía el cobre separándose de la escoria, momento en el que se procedía a romper la vasija para retirar el metal más o menos reducido, con la posibilidad de repetir el proceso. Una vez fundido, el cobre se vertía en moldes univalvos para terminar la pieza con las tradicionales técnicas de forja en frío o caliente.

Pero incluso al margen de su papel como pequeño horno, los avances que en el desarrollo de la producción cerámica habían deparado auténticos hornos fueron transcendentales en la consecución de la metalurgia.

Y en este sentido, su consideración es clave en el debate en torno al origen de la metalurgia y a la existencia de focos independientes, pues, frente a la teoría que, siguiendo las pautas de expansión del Neolítico por Europa desde su foco de origen en el Próximo Oriente, mantiene la misma dependencia para las tempranas actividades metalúrgicas de los Balcanes y sur de los Cárpatos – en torno al V y IV milenio a.C.-, los logros tecnológicos que se deducen de la cerámica de Gumelnitça (Bulgaria) permiten respaldar en cambio su surgimiento autónomo.

Ello es debido a que si la estimación acerca de la temperatura de fusión del cobre contenido en una roca se calcula en 1.083º.C, el análisis de la cerámica de Gumelnitça refleja que ésta se coció a temperaturas próximas a los 1.000o.C, acreditando la experiencia suficiente con el control del fuego para protagonizar sin necesidad de influencias o préstamos externos la fundición del metal.

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