V
La montaña
Enrique Anderson Imbert, escritor argentino (1910-2000)
El niño empezó a trepar por el corpachón de su padre, que estaba
amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del
gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se
puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña .
Y el niño lo fue escalando se apoyaba en las estribaciones de las
piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles
como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio
a nadie
- Papá, papá! --llamó a punto de llorar
Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve,
queria caminar y no podia.
-¡Papá, papá
El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.
Respuestas
Respuesta:
montaña
El niño empezó a trepar por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie.
-¡Papá, papá! -llamó a punto de llorar.
Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía.
-¡Papá, papá!
El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.
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