cuáles cambios se pueden ver en la producción cafetera en el 1910 y 1925
Respuestas
Respuesta:Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, de la Universidad de los Andes). Los cambios económicos materializados con el inicio del siglo XX son de enorme trascendencia para entender el siglo XX en Colombia. Porque la economía empieza a crecer a un ritmo del orden de 5 por ciento anual, que se mantiene, en promedio, hasta 1920, y se aceleraría, en los veinte, para acercarse al 7 por ciento anual en promedio. Ejercicios estadísticos señalan que, en Colombia, la década de los veinte fue la de mayor expansión económica del siglo XX. Y, sorpréndase ustedes, al hacer la comparación rigurosa con un grupo de países de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela), se encuentra que a Colombia, en conjunto y en promedio, le fue mejor que a este grupo, en los primeros treinta años del siglo. La explicación reside en la expansión del café que, a partir de 1870, empieza a extenderse geográficamente por el país. Como escribe Frank Safford, en este año se dio un cambio fundamental en la economía colombiana: de tener como base el oro, la mula y el tabaco, pasó a ser dominada por el café, el ferrocarril y los bancos. La expansión del cultivo del café y de las exportaciones del grano tuvo un impacto positivo en la conformación de un mercado interno para los diferentes productos de la agricultura, la ganadería y la industria manufacturera. Los ingresos de divisas originados en la exportación del grano y el aumento del poder de compra de los caficultores fueron definitivos para impulsar la inversión, el crecimiento económico, y para crear un mercado nacional de bienes y servicios. La exportación del café requería una infraestructura de transportes; la que existía era precaria, en particular la red ferroviaria. En la segunda década del siglo XX entró en operación el Canal de Panamá y se completó la construcción del ferrocarril Cali-Buenaventura. En consecuencia se redujeron los costos de transporte y se facilitó la exportación de café. Adicionalmente, la mayor actividad económica exigía un sistema de pagos más eficiente que el existente bajo el régimen de banca libre por lo cual, a fines de los años diez, se comienzan a elaborar las propuestas para una reforma financiera e institucional que impulsara el crecimiento de la economía. Estos primeros intentos habrían de desembocar en la gran reforma institucional para el manejo de la economía -inspirada en la primera Misión Kemmerer- que se materializó en 1923 con la creación del Banco de la República como un banco central de emisión, redescuento y reserva; con la organización de la Superintendencia Bancaria y la aprobación de la ley bancaria; con la creación de la Contraloría General de la República; y con el refuerzo de las funciones del Ministerio de Hacienda al organizarse la Dirección de Presupuesto. Porque la reforma institucional no se limitó al sector bancario sino a establecer un engranaje que permitiera un control fiscal eficaz, con presupuestos balanceados, ya que el desequilibrio fiscal podría llevar al desequilibrio monetario y, por lo tanto, al eventual abandono del patrón-oro. El café fue la fuerza motora de la actividad económica en las primeras dos décadas del siglo XX y, en tal calidad, factor esencial tras los cambios políticos, sociales, e institucionales que habrían de tener lugar en los años veinte. Entre 1910 y 1930 la región del Viejo Caldas se convirtió en el primer productor cafetero del país, desplazando a los departamentos tradicionales, lo mismo que a Antioquia. La expansión del cultivo del grano en esta zona del país tendría una peculiaridad bien notable. Se basó en fincas cafeteras de mediano y pequeño tamaño, trabajadas por quienes se habían asentado en estas tierras, que vendían el café directamente a las empresas comercializadoras del grano. Los grandes hacendados de Cundinamarca y el Tolima le compraban o recibían a los arrendatarios y colonos el café para, después, colocarlo en el exterior. La diferencia tendría repercusiones en la extinción de las haciendas en los años treinta. Las consecuencias de toda índole de este fenómeno se sentirían con fuerza en el país entre los años veinte y los ochenta del siglo XX. Una de ellas fue la de impulsar la industrialización, que apenas despuntaba incipientemente, con el siglo, en Medellín, Bogotá y Cartagena. Esta, a su turno, trajo consigo el inicio de la urbanización. En 1900, Colombia era un país predominantemente rural: ningún centro urbano, con excepción de Bogotá, tenía un tamaño superior a los cincuenta mil habitantes
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