Respuestas
opo de algodón, de María García Esperón. Il. Marcos Almada Rivero. México,Ediciones el Naranjo, 2010.
Por Anabel Sáiz Ripoll.
Una niña escribe acerca de sus padres y de sus propios sentimientos. Una niña se admira de su tiempo. Una niña es testigo de la historia. Una niña observa cómo se comportan los que la rodean. Una niña presiente que algo en su vida está cambiando. El tema es universal y podemos encontrarlo en multitud de relatos que, con mayor o menor acierto, consiguen que el lector o la lectora se emocionen y sientan, como suyos, la peripecia de la protagonista. En este caso,María García Esperón, la autora de Copo de algodón, su obra más reciente y la que estamos reseñando, logra todo eso y mucho más porque, con su prosa diáfana, cargada de resonancias, como una caracola de los tiempos, nos acerca a un episodio importante, trascendental, de nuestra historia, de la nuestra y de la de México, puesto que alude a los últimos tiempos de Moctezuma y a la llegada de los conquistadores quienes, con Hernán Cortés a la cabeza, no entendieron a la civilización azteca y la condenaron al silencio, en aras de una religión, de una cultura superior, de unos valores encomiables; pero, en el fondo, como en cualquier conquista, los motivos fueron económicos, en forma de oro. Lo bueno –y lo positivo- fue que desde España, los conquistadores, llevaron el idioma allá y, gracias a él, ahora nos podemos entender y podemos leer textos tan emocionantes como Copo de algodón.
Su autora, mexicana de nacimiento, permite que sea una niña, Copo de algodón, quien nos cuente qué ocurrió para que cada uno extraiga sus propias consecuencias. Es una novela que tiende puentes, que no toma partido, que muestra los aspectos más humanos y, por lo tanto, más endebles, de dos grandes figuras: Moctezuma y Hernán Cortés. Los dos, con sus errores y sus imperfecciones, se encuentran; los dos acaso se equivocaron y los dos han pasado a la historia tomados de la mano. ¡Quién se lo iba a decir! Gracias a Copo de algodón se restañan heridas, de aprende a entender los distintos puntos y de vista y se descubre que, al fin y al cabo, como creían los aztecas, el tiempo y el espacio son uno y que, aunque nos empeñemos en enmendarle la plana, todo está fijado ya en la eterna lucha cósmica.
Copo de Algodón, Flor Blanca, Tecuixpo Ixtlaxóchitl, es la hija bienamada de Moctezuma, del Gran Tlatoani. Ella nos cuenta cómo nació, como fue recibida y cómo vivió los primeros años de la infancia, rodeada por los distintos ritos de la cultura azteca, amada por su nana, quien tuvo que ceder una hija al sacrificio ritual. Hay muchos aspectos que no logramos entender de la forma de comportarse de los aztecas, no comprendemos los sacrificios humanos; pero sí entendemos el sentimiento que tenían, el orgullo de ser ellos mismos, su conciencia de pertenecer a un pueblo importante, jamás domeñado. Y eso es lo que nos cuenta Copo de Algodón, pero añade tantas vivencias que sería imposible completarlas en estas líneas. Escribe acerca de las luchas intestinas, de los pulsos en torno al poder, de su matrimonio infantil con uno de sus tíos, Cuitláhuac, de la pena que sintió al morir su nana, de las dudas en torno al comportamiento de su padre, al que ama y, por lo tanto, no juzga, pero sí se atreve a pensar que fue un hombre cruel. En el relato aprendemos muchos aspectos relacionados con el mundo azteca que, explicados desde el punto de vista de una niña, cobran mayor importancia, aparecen ante nosotros como recién nacidos, nuevos y siempre eternos.
Copo es la voz que nos habla, que enlaza su tiempo con el nuestro porque, ya lo hemos dicho, son los dos uno. Copo es también la voz de otras mujeres por las que María García Esperón ha tomado partido, como Cleopatra Selene, en Querida Alejandría. Ambas ven cómo su manera de vivir sucumbe y ambas se esfuerzan por poner algo de orden en sus vidas y no perder ni sus orígenes ni sus afectos.
Copo de algodón presenta una estructura muy trabajada, puesto que los capítulos son los días del mes azteca (cipactli, ehécatl, calli…). Recordemos que el año azteca tenía 18 meses.
Respuesta:
eeeeeeh lo de arriba xdxd jsjssjsjs pies ya no ae que decir