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Frecuentemente los "Estados de derecho" son además democracias participativas, aunque no siempre un Estado de derecho tiene organización democrática, ya que la única condición es la existencia de un código de leyes escrito, y no la participación ciudadana en general.
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Con frecuencia las expresiones: Estado democrático de derecho, Estado social de derecho, Estado de derecho son consideradas como tautológicas; sin embargo, esto es un error. Hay y hubo Estados totalitarios, absolutistas, que no son Estados democráticos de derecho, ni sociales de derecho.
El derecho es consubstancial al Estado. Estado no es equivalente a estado de derecho. El derecho remite a la legislación, Estado al sistema de instituciones públicas y estado de derecho al orden jurídico. De hecho, hay Estados que no respetan el estado de derecho. En la actualidad el Estado supone división de poderes y, no en pocas ocasiones, el reconocimiento de la comunidad internacional, con implicaciones fundamentales en su configuración y desarrollo administrativo, legislativo y judicial.
Más aún los Estados actuales asumen en sus constituciones que son democráticos, pero cada uno de ellos tiene conceptos o nociones diferentes de democracia, y generalmente sus prácticas difieren de lo que está consagrado en su ley fundamental o en lo que sus políticos dicen.
El Estado de derecho es diferente al Estado democrático de derecho, es una asociación de significados de forma contingente porque el Estado de derecho puede no ser democrático, y una democracia -en su sentido de sufragio universal- puede no estar sustentada en un derecho positivo. El Estado de derecho es una administración de instituciones públicas fundadas en el respeto al orden legal (estado de derecho). Tal derecho puede ser de corte draconiano o fundado en derechos humanos. Así, las expresiones citadas no son tautológicas sino polisémicas.
Pero cuál es la noción de los términos de Estado, derecho y democracia en las circunstancias de las nuevas realidades y necesidades que demanda la sociedad contemporánea. La propia contemporaneidad delimita significados y unifica sentidos. Un rasgo de nuestra época son los procesos de interdependencia e integración política, económica y social entre Estados; que emergen en una situación de diversidad cultural. La diferencia se hace presente, notoria y reconocida. Hoy Estado, derecho y democracia se redimensionan adquiriendo un cariz cosmopolita e igualitario.
Tras el desarrollo de la globalización y su efectos concretos en todos los ámbitos de la vida humana: la cultura, la política, la economía, la sociedad, la tecnología y, hasta el medio ambiente, se trasforma y redefine como realidades concomitantes, donde los problemas y soluciones de cada una de ellas se interconectan generándoles nuevas consecuencias asociadas. Y plantean el reto de vivir en diversidad y superar el viejo Estado policiaco, autárquico y autoritario.
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