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Respuesta: El señor Gerard no podía evadir rememorar el armario una vez que pensaba en la vieja vivienda de la abuela. Era un armario común, con espejos en las puertas y repisas estáticas, con arabescos irregulares, con telarañas en el techo. El tesoro del armario estaba debajo, entre sus patas. Una vez que infante, el señor Gerard solía hurgar bajo el armario para encontrar maravillosos objetos que ahí se escondían.
Ahora suponía que eran lanzados por chicos a partir de la calle, premisa probable puesto que el armario estaba ante una ventana que permanecía abierta a lo largo de el día.
Al crecer, arribó el instante de visitar la ciudad más importante a aprender y a partir de entonces sus visitas a la vivienda fueron más espaciadas; al final, la abuela falleció y la vivienda ha sido abandonada, aun cuando su mamá la mantuvo como parte del patrimonio de el núcleo familiar. Empero el señor Gerard jamás conservó, sin saber el motivo, alguno de sus tesoros.
Ahora, con cincuenta y 2 años recién cumplidos y su mamá además muerta, el señor Gerard había vuelto sus ojos hacia la vieja vivienda, con el fin de venderla y sacarle de esta forma cualquier beneficio. Un amigo se delegaba (al parecer con éxito) de la promoción y comercialización del inmueble; a medida que tanto, el señor Gerard quiso ir a —por última vez anterior a su inminente demolición— la vivienda donde transcurrieron sus primeros años.
Arribó al poblado a media tarde, con el raciocinio fijo en la vivienda y el armario. Sencillamente subió al segundo piso y entró a la habitación donde estaba el armario.
Ahora le simulaba más diminuto y burdo, y la hendija entre el borde inferior y el piso era tan angosta que dudaba que fuera suficiente para albergar una mano humana. De esta forma que se agachó e intentó meter la mano bajo el armario, empero tuvo que sacarla y arremangarse la camisa para lograr hurgar a sus anchas.
3 días después, el amigo vendedor entró a la vivienda con una pareja que la compraría para instalar un albergue. Una vez que entraron a la habitación del armario, hallaron al señor Gerard hinchado y hediondo, acostado en el piso, con una mano asida a una esfera y la otra esconde bajo el viejo mueble.
Explicación: