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Al inicio del siglo V el Imperio Romano era ya mayoritariamente católico y apenas quedaban rastros de arrianismo, excepto entre los numerosos soldados y oficiales germanos que servían al Imperio. Nadie se había atrevido a combatir el arrianismo entre sus filas, y ellos lo habían adoptado principalmente como una forma de reafirmar su independencia. Desde un punto de vista político se daba una situación peculiar: hasta entonces, en los periodos en que el Imperio había sido gobernado por varios coemperadores, siempre había habido uno por encima de los demás que marcara una política conjunta. Y cuando no había sido así, siempre uno de los coemperadores había terminado imponiéndose sobre los otros. Ahora, en cambio, las dos mitades del Imperio seguían políticas independientes según sus propios intereses, a menudo en conflicto mutuo. Estas políticas no estaban marcadas por los coemperadores, Arcadio y Honorio, que eran totalmente incapaces, sino que en Oriente la última palabra sobre cualquier asunto la tenía la emperatriz Eudoxia, de origen franco, mientras que en Occidente mandaba el vándalo Estilicón.
La última jugada entre ellos había sido la idea oriental de "contratar" a Alarico y sus visigodos para que custodiaran Iliria contra los intereses de Estilicón. Pero Alarico no iba a conformarse con Iliria. Había llegado a la conclusión de que el Imperio de Occidente era más débil que el de Oriente, y sólo esperó las condiciones oportunas para lanzarse sobre el oeste. En 400 invadió el norte de Italia. Estilicón tardó en reaccionar, y sólo en 402 estuvo en condiciones de hacerle frente. Los ejércitos (ambos integrados casi completamente por germanos) se encontraron en Pollentia (la actual Pollenza). Estilicón atacó el domingo de Pascua, con lo que pilló por sorpresa a Alarico, que no creyó que fuera a atacar en un día santo. El resultado fue una estrecha victoria para Estilicón, a la que siguió otra más rotunda en Verona, en 403, tras la cual Alarico abandonó Italia y se replegó de nuevo en Iliria.
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El período más fecundo de la historia de Roma en términos políticos, económicos, sociales y culturales fue su desarrollo en la Antigüedad. Fue la cabeza de un gran estado imperial y sede de una nación establecida en tres continentes. En su momento de mayor desarrollo el imperio creado por Roma alcanzó los 3,5 millones de kilómetros cuadrados y unos 70 millones de habitantes, entre ciudadanos y no ciudadanos. Roma fue, y sigue siendo, una de las ciudades más importantes de la historia. Se le ha llamado la «Ciudad Eterna». Roma, junto a Grecia, ha sido la madre cultural de las modernas nacionalidades occidentales.
La historia posterior de Roma, sea en la Edad Media y en las épocas sucesivas, presenta un carácter más bien comunal, localista, y está casi siempre ligada a la historia del Pontificado, la de Italia y la de pueblos, reinos e imperios que intentaron (lo hicieron en ocasiones) ejercer dominio sobre la ciudad.