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Primero, el llevar a la práctica aquello en lo que tanto insiste el papa Francisco de nuestra relación hacia esa muchedumbre de empobrecidos en el Paraguay y, en general, en el mundo entero. Mayoría en crecimiento por el desmoronamiento de la clase media baja que padecemos.
El segundo problema eclesial de hoy es el de la intolerancia. Un problema raro para quienes el amor al otro es algo principalísimo. Pero existe.
Sus causas son múltiples. Una es el egoísmo. Otra, la desigualdad social tan grande que hay. En la Iglesia, el poder acumulado en obispos y sacerdotes.
El tercer problema de nuestra Iglesia es el exceso de institucionalidad. Después de veinte siglos estamos superorganizados con leyes para todo. El famoso Código de Derecho Canónico ayuda, pero también tiene sus inconvenientes.