Respuestas
Respuesta: El tema de los orígenes de los estados americanos a partir de las revoluciones de
independencia estuvo ligado íntimamente al de la soberanía. No fue casual que la primera
cuestión a resolver haya sido la de subrogar legítimamente una autoridad que había
dejado de serlo y, por ello, la pregunta crucial del cabildo abierto convocado en Buenos
Aires el 22 de mayo de 1810 había sido la de “Quién la ejerce y en nombre de quien”. La
respuesta consistió en invocar el principio de la “retroversión de la soberanía a los
pueblos”, razón por la cual, la soberanía del rey se transmitió no a una supuesta nación
preexistente, sino a las ciudades con cabildo. Reunidas en un congreso debían decidir ya
no sólo en quién residiría la autoridad sino un nuevo pacto que establecería las bases de
la unión entre los pueblos. Casi al mismo tiempo y por razones operativas, Buenos Aires -
alegando su calidad de sede virreinal- asumió la representación de las demás ciudades
del virreinato y creó un gobierno provisorio. En consecuencia, los tres congresos que se
convocaron en los años que siguieron, al ser responsables de poner fin a esa situación
de provisionalidad, fueron uno de los escenarios privilegiados del debate sobre la
soberanía.
El interés por el proyecto de capitalización de 1826, en particular, radica en su condición
de base fundamental del último intento de esta primera mitad del siglo XIX de implementar
no sólo la organización de un estado único, sino de hacerlo bajo la dirección de Buenos
Aires.
Explicación: El origen del estado o la nación rioplatense derivaba entonces de un pacto consentido entre
las diferentes provincias sobre la base de la conveniencia mutua. Si esta cuestión, que
denota el trasfondo iusnaturalista del pensamiento de la época3
, no despertó controversia,
sí lo hizo la vigencia de dicho pacto. Para algunos, el pacto fundado en 1810 –corolario de la
caducidad del poder del monarca español y por consiguiente del de las autoridades por él
nombradas- no se había disuelto y, por lo tanto, la nación subsistía a pesar de que en los
últimos años no hubiera hecho ejercicio de la soberanía. Para otros, en cambio, la
desaparición del gobierno central había significado la suspensión del pacto y una
fragmentación en el ejercicio de la soberanía encarnada en las provincias, razón por la cual,
sólo una nueva constitución podría dar nacimiento a la nación, al establecer las bases del
contrato de asociación entre las provincias.