• Asignatura: Filosofía
  • Autor: maiiteee6
  • hace 3 años

Texto 1

“De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado, en una larga medida, en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre, el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales solo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar”.

(Bertrand Russel, Los problemas de la filosofía, p. 99)
Texto 2

“Psicología, lógica, moral, metafísica: el abate Trécourt liquidaba el programa a razón de cuatro horas semanales. Se limitaba a devolvernos nuestras disertaciones, a hacernos dictados, a hacernos recitar la lección aprendida en nuestro manual. A propósito de cada problema, el autor, el reverendo Padre Lahr, hacía un rápido inventario de los errores humanos y nos enseñaba la verdad según santo Tomás. El abate no se complicaba tampoco con sutilezas. Para refutar el idealismo, ponía la evidencia del tacto a las posibles ilusiones de la vista; golpeaba sobre la mesa declarando: "Lo que es, es." Las lecturas que nos indicaba carecían de sal; eran La atención de Ribot, La psicología de las masas de Gustave Lebon, las ideas-fuerza de Fouillée. Sin embargo, yo me apasionaba. Volvía a encontrar, tratados por señores serios en los libros, los problemas que habían intrigado mi infancia; de pronto, el mundo de los adultos no se deslizaba sin tropiezos: había un anverso, un revés, la duda entraba; forzando un poco, ¿qué quedaría? No se forzaba mucho, pero ya era bastante extraordinario, después de doce años de dogmatismo, una disciplina que planteara interrogantes y que me los planteara a mí. Pues era yo, a la que siempre habían hablado de lugares comunes, la que de pronto se encontraba puesta en cuestión. ¿De dónde salía mi conciencia? ¿De dónde sacaba sus poderes? […] Lo que sobre todo me atrajo en la filosofía fue que suponía que iba derecho a lo esencial. Nunca me habían gustado los detalles, veía el sentido global de las cosas más que sus singularidades y prefería comprender a ver; yo siempre había deseado conocerlo todo; la filosofía me permitiría alcanzar ese deseo, pues apuntaba a la totalidad de lo real; se instalaba enseguida en su corazón y me revelaba, en vez de un decepcionante torbellino de hechos o de leyes empíricas un orden, una razón, una necesidad. Ciencias, literatura, todas las otras disciplinas me parecieron parientes pobres.
necesito 2 criterios de los textos (que se diferencien uno de cada uno)​

Respuestas

Respuesta dada por: melodybrotto64
2

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perdón pero necesito puntos espero encuentres la respuestas

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