• Asignatura: Química
  • Autor: Sylammc
  • hace 3 años

AYUDAA DOY CORONAAAA Explica las características de los ácidos y las bases (álcalis) y sus efectos en la piel, fauna y flora
acuática y terrestre:

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Respuesta dada por: noee28
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características de los ácidos y las bases (álcalis) y sus efectos en la piel, fauna y flora

acuática y terrestre:La ciencia moderna ha ampliado sobremanera el alcance del término. Se habla del ADN y del ARN, los ácidos nucleicos responsables de la herencia genética. Aparecen también con frecuencia los ácidos grasos, saturados e insaturados, que tan importantes son en nuestra dieta. El ácido acetilsalicílico es el nombre técnico de la Aspirina, que tantos y tantos dolores de cabeza nos ha permitido sobrellevar. Sabemos que las baterías de los automóviles contienen ácido, y desde hace casi cuarenta años se habla con insistencia de la lluvia ácida.

El término “álcali”, o también “base”, está igualmente presente en nuestras vidas, aunque en menor medida. Algunos álcalis, utilizados en la limpieza de hornos y encimeras, son cáusticos, término que indica un cierto peligro para nuestra integridad, sobre todo para la piel. Los ácidos nucleicos, ADN y ARN, contienen bases en su interior, las bases nitrogenadas, para perplejidad de los jóvenes estudiantes de biología. La complejidad no acaba ahí, puesto que las proteínas, el verdadero edificio estructural de los seres vivos, son ácidos y bases a la vez.Las bases o álcalis se conocen de muy antiguo, probablemente desde 2800 aC. Las cenizas de la madera, tratadas con agua y expuestas al sol, o hervidas, para evaporar el líquido, generan una substancia de tacto jabonoso que ataca la piel. De hecho, el término “álcali” es la palabra árabe para “ceniza”. El nombre potasa, uno de los álcalis más conocidos, proviene del anglosajón “pot–ash”, es decir, “ceniza de cuenco”. Este extracto concentrado de cenizas fue utilizado antaño en el tratamiento de pieles, así como en la fabricación de jabón y en la limpieza en general.

La preparación y uso de ácidos requirió más tiempo, bastante más, aunque el término es como mínimo de origen grecolatino, y designa el sabor del vinagre, de algunas frutas, y de otros alimentos. Más adelante, entre los siglos VIII y IX, los alquimistas árabes observaron que el calentamiento en seco de algunos minerales, notablemente de los vitriolos, generaban vapores de sabor ácido… cosa que indica el grado de exposición del experimentador a estas substancias… por otro lado tan frecuente en los pioneros de la ciencia.Sin embargo, en esa época no se conocía cómo condensar esos vapores. Hubo que esperar hasta el siglo XII, con el perfeccionamiento de la destilación, gracias al desarrollo de la condensación mediante retortas refrigeradas con serpentines de agua.

A partir de entonces, se obtuvo el agua fuerte por destilación de salitre, alumbre y vitriolo, así como el aceite de vitriolo, por destilación del vitriolo verde. Todo esto sucedía hacia el siglo XII. Más tarde, durante el siglo XV, se obtuvo ácido muriático, por destilación de la mezcla de sal de roca y vitriolo verde.

El agua fuerte corresponde hoy en día al ácido nítrico, capaz de separar el oro de la plata, puesto que ataca esta última. El aceite de vitriolo es el ácido sulfúrico, importantísimo compuesto del que hablaremos en breve. Finalmente, el ácido muriático corresponde actualmente al ácido clorhídrico, capaz de atacar algunos metales como el hierro, el zinc o el níquel, pero no el cobre, la plata o el oro. La mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico se conoce como agua regia, el agua de reyes, pues es capaz de atacar el oro. Curiosamente, el agua regia se obtuvo dos siglos antes que el ácido clorhídrico puro, demostrando así que es mucho más fácil mezclar que separar. Esta afirmación es de validez universal en ciencia, pero no lo es, desgraciadamente, cuando se refiere al comportamiento colectivo del ser humano…

Esta capacidad para atacar metales se reveló como la quintaesencia de los poderes de transformación, y la característica más relevante de los ácidos. Ante ese nuevo poder, no debe extrañar, entonces, la obsesiva aunque infructuosa búsqueda de la receta para transformar los metales en oro, que tan injustamente caracteriza a los alquimistas medievales.

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