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La búsqueda del fin del conflicto con las guerrillas ha llevado al Gobierno a establecer dos negociaciones paralelas con las Farc y el Eln, hecho que incrementa las expectativas por las ventajas y desventajas que esta metodología pueda traer.
El ex Alto Comisionado para la Paz, Camilo Gómez, recuerda que algo parecido se intentó entre 1991 y 1992, con los diálogos de Caracas y Tlaxcala, “y fue muy difícil”.
En aquellos tiempos, los movimientos insurgentes estaban agrupados en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, incluyendo al Eln y las Farc, pero las conversaciones no llegaron a buen puerto y se disolvieron.
Jaime Jaramillo Panesso, exmiembro de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, cree que Juan Manuel Santos ha tomado una mala decisión.
“Mientras negociaba con las Farc, el Estado debió haber reducido militarmente al Eln para forzarlo a rendirse, pero le dio largas al asunto y le permitió fortalecerse, por lo que será un hueso duro de roer en la mesa”, comentó.
Agendas distintas, presión por los tiempos, la defensa de los intereses de la sociedad y las coordinaciones entre una y otra mesa, serán los factores que determinarán si estos grupos subversivos le hacen “cargamontón” al Gobierno, o si este logra matar dos pájaros de un solo tiro