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Respuesta:
En el caso del ferrocarril, y especialmente en lo que se refiere a su “explotación
técnica”, la aplicación de la electricidad tuvo una importancia no menos
significativa. La aplicación más importante y con mayor repercusión, en este
campo, ha sido sin duda la de la tracción, que llegó a imponer nuevas lógicas
en la localización, características y organización de las instalaciones.
En esta aportación al Simposio abordaremos un aspecto muy poco conocido: la
implantación de la electricidad en las primeras décadas del siglo XX en el que
probablemente sea el establecimiento ferroviario más cercano al mundo
industrial, el de los talleres de grandes reparaciones del material rodante,
generalmente conocidos como “talleres generales”, muchos de los cuales
estaban, en la época que estamos considerando, inmersos en un proceso de
modernización o, cuando menos, se planteaban la necesidad y el alcance que
ésta debía tener.
En lo que se refiere a los talleres ferroviarios, el impacto de la electricidad se
materializó fundamentalmente por tres vías: la iluminación artificial, los
puentes-grúa capaces de levantar una locomotora completa -o sus partes más
pesadas, como la caldera- y las máquinas-herramienta con motores
independientes. Pero no todos estos avances se aplicaron con el mismo
alcance o la misma velocidad. Además, la implantación de la energía eléctrica
no sólo afectó a las máquinas o a los edificios, sino también a los procesos
productivos y a la disposición espacial y funcional de los talleres, puesto que
las nuevas posibilidades que ofrecía requerían, para ser aprovechadas, de una
nueva distribución de las diversas secciones