• Asignatura: Filosofía
  • Autor: dt2395260
  • hace 3 años

¿Qué diferencias existen entre las propuestas de un gobernante de Platón y de Nicolás Maquiavelo?


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Respuestas

Respuesta dada por: espinoladalmaleticia
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Respuesta:

Estuardo Gamalero C.

Citar adecuadamente a los grandes filósofos de la historia es difícil, pues hay que comprenderlos tanto en el conjunto de sus obras, como en el contexto de la humanidad en que vivieron. Hoy pretendo reflexionar sobre las contradicciones que evidencian el decir versus el actuar de muchos gobernantes, entendiendo por gobernantes, a las autoridades que dirigen, controlan y administran las instituciones de todo el Estado.

Platón, filósofo griego (año 428 a.C) estableció que el Estado ideal debe regirse por principios de justicia, la cual asemejó a la idea del bien social, en donde cada persona debe cumplir con el propósito de su naturaleza. La justicia para Platón era sinónimo de una conducta recta y el Estado ideal debía ser en gran medida, un ente dedicado a la educación, en el cual, los gobernantes se seleccionaran en función de sus capacidades e intelecto. Para Platón, la República se debe guiar en la luz de las ideas y reconoció que la ética es la virtud más importante del gobernante.

Maquiavelo, teórico político del Renacimiento, entre muchas cosas, fue testigo de las traiciones y abusos de poder del Papa Alejandro VI, así también de los errores del Rey Luis XII en su lucha contra Italia, los cuales plasma en su obra El Príncipe. Su pensamiento político es radicalmente opuesto entre su obra “Discursos de la primera década de Tito Livio” y “El Príncipe”. En la primera establece que la ética y la moral son pilares fundamentales de todo gobernante y reconoce que la República es la forma ideal del Estado. En El Príncipe sin embargo, se aparta por completo de lo anterior y propone que el uso de la fuerza constituye la finalidad del Estado para sobrevivir y es de ahí, que se le atribuye la frase que nunca dijo, pero que si dio a entender: “El fin justifica los medios”. En ese orden de ideas, el gobernante no era necesario que tuviese escrúpulos y manifestó que la ética y la moral eran ajenas a las cualidades del mismo. Es a la postura de Maquiavelo en El Príncipe, a la que me refiero en estas notas.

A la luz del sigo XXI, me parece que varios gobernantes para incrustarse en el poder, hablan y profetizan como Platón, pero actúan en semejanza con las características de El Príncipe de Maquiavelo. Caracterizados por su voracidad, estos políticos y gobernantes, lloran por la pobreza del pueblo, pero viven como reyes de los impuestos que recaudan, los cuales nunca son suficientes. Con megáfonos invocan a Dios y luego insultan a sus opositores, con los que después hacen alianzas. Sus influencias se encuentran por encima de los principios y normas de justicia que pretenden aplicar al pueblo. Muestran un interés por los programas sociales, siempre y cuando éstos se traduzcan en votos. Los atormenta que el presupuesto nacional no alcance, pero no se preocupan por la manera en que lo gastan y ejecutan. De izquierda o derecha, se solidarizan con los problemas de violencia, pero se conducen en autos blindados y adentro de los centros comerciales andan con sus guardaespaldas.

Al gobernante se le debe respetar y obedecer, pero es imposible cuando en su actuar se aparta del noble fin de guiar a la Nación. Vivimos en un país, en donde muchos de los gobernantes tienen diez asesores, que a la vez tienen diez asistentes y por si fuera poco, varios terminan con fondos ilícitos en Panamá, concesiones, cuadrilla de “pura sangres”, chopper, yate, camionetas y casas para vacacionar. En Guatemala, la desnutrición es característica de la niñez; la causa de muerte natural es la intoxicación por plomo; acá es “normal” reconocer en las licitaciones un sobreprecio o el pago de un favor.

Es más cómodo convencernos que el problema son las leyes, que cambiar a los malos gobernantes; pero si no hacemos lo segundo, los resultados tarde o temprano serán los mismos pues en Guatemala las verdades flotan y las mentiras ya no se pueden esconder.

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