• Asignatura: Historia
  • Autor: danieleec
  • hace 3 años

El papel de México en un Mundo Bipolar Años 50 Años 60 Años 70

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Respuesta dada por: victoriaduenas0
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Respuesta:Ha iniciado la transición desde una historiografía de la revolución mexicana hasta una historiografía política de la posrevolución. Ésta ofrece perspectivas, conceptos y narrativas para esclarecer el periodo que va de la segunda guerra mundial al agotamiento del autoritarismo clásico, que se puede establecer en algún momento entre la segunda mitad de la década de 1970 y finales de la siguiente. Pero la historiografía de la posrevolución en ciernes no podrá hacer tabla rasa de la Revolución misma: ésta sorteó las grandes calamidades y conmociones del siglo XX, es decir, las salidas fascistas e integristas católicas, el golpe de Estado y la dictadura pretoriana y, quien lo dijera, otra revolución popular. Sin duda, el costo fue alto para la democracia y la justicia social, porque diferentes gobiernos nacionales ejercieron violencia contra sus propios ciudadanos (con más saña si éstos eran campesinos y trabajadores). Sin duda, se extraña todavía en la historiografía un vocabulario preciso y ajustado para denominar la violencia organizada y sistemática ejercida por el gobierno nacional y local (por ejemplo, en la Costa Grande de Guerrero en la primera mitad de la década de 1970) contra ciertos grupos sociales en el periodo 1940-1970.

Los grandes temas de la historia política moderna (a saber, la formación y límites del Estado; la naturaleza de la representación política; la creación y funcionamiento de partidos políticos; la vida pública; la dinámica de las elecciones locales y nacionales; el consenso, el disenso y la violencia; el peso específico del contexto internacional en la política nacional) han aparecido, con suerte desigual, en la historiografía de la posrevolución. En nuestro caso, tres de los textos que aquí se presentan recogen problemáticas asociadas al contexto internacional, a saber, la trayectoria del comunismo mexicano en el marco de la Guerra Fría, las repercusiones políticas para México del golpe de Estado en contra del gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, y los intentos por modificar las relaciones entre la Unión Soviética y México al iniciar la década de 1960. El cuarto trabajo se refiere a las respuestas específicas del gobierno mexicano, en términos narrativos y de propaganda, a la crisis suscitada por el movimiento estudiantil de 1968.

En todo caso, quizá resulte útil fijar algunas de las premisas y hallazgos generales de la historiografía política de la segunda posguerra, dado que, en menor o mayor medida, son compartidas por los textos hoy publicados:

1. La idea e imagen de un "sistema" político, con pocos y previsibles movimientos y quiebres en el tiempo, se ha debilitado en sus alcances explicativos. La preocupación por encontrar claves del sistema político ha sido legítima, dadas las características del régimen en la segunda posguerra mundial: su estabilidad, la hegemonía de un partido casi único, los niveles de crecimiento económico, la identidad de su política exterior. Pero sobrevalorar las virtudes sistémicas del modelo implicó el riesgo de omitir lo que sólo una narrativa histórica, con sus consecuencias gnoseológicas, podía ofrecer: reconocimiento de los protagonismos individuales o colectivos, la política de las incertidumbres y las coyunturas no previstas, la psicología de masas y de los efectos no deseados. Los cuatro trabajos aquí presentados asumen la incertidumbre como asunto de la historia: las trayectorias inciertas de los comunistas mexicanos; los efectos del golpe de Estado en Guatemala en la política del presidente Adolfo Ruiz Cortines; la peculiar coyuntura internacional y nacional que dio pie a la visita de Mikoyán, ministro de relaciones exteriores de la Unión Soviética, en plena Guerra Fría; y la manera bizarra en que se despliega una campaña de contrainformación del gobierno mexicano luego del 2 de octubre de 1968.

2. Dos polaridades definen los límites de la historia del orden político mexicano a partir de la década de 1940. De un lado tenemos el fenómeno de la estabilización autoritaria de la política y del conflicto, que incluye el fortalecimiento del partido oficial (la mutación del Partido de la Revolución Mexicana en Partido Revolucionario Institucional, un tema crucial en la historia política mexicana), la promulgación de nuevas leyes electorales y la instauración de ciertas normas no escritas que dieron al presidente de la República el papel de árbitro y otorgador de favores, aunque con fortísimas limitaciones en su actuar.

Explicación:

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