Respuestas
Respuesta:
El chupacabras, es una leyenda urbana
Explicación:
Tal vez, si una noche de 1995, Madelyne Tolentino no hubiera ido a ver la cinta Species, en la que una mutante escapa de un laboratorio, la historia sería otra. A las pocas semanas, esta ama de casa puertorriqueña aseguró haber visto merodeando por su barrio a una extraña criatura. Los locales, que llevaban semanas tratando de explicar la muerte de más de 200 animales domésticos con heridas punzantes en el cuerpo, encontraron por fin un culpable.
Conforme creció el mito, lo hicieron también los avistamientos. El eco llegó a oídos del comediante puertorriqueño Silverio Pérez, quien mencionó al tal ‘chupacabras’, así creció el terror.
Madelyne lo describió: tenía más de un metro de altura, la piel gris verdosa, cubierta de escamas, y espinas en la espalda. Los ojos eran saltones e inyectados de sangre. La cabeza era grande y ovalada, y tenía dos temibles colmillos. Las patas delanteras terminaban en unas garras mortales. La criatura de aspecto humanoide andaba un tanto encorvada.
La leyenda se extendió por el sur de Estados Unidos y América Latina, y poco después surgieron reportes de animales muertos en las mismas circunstancias.
El chupacabras se convirtió así en un símbolo del mal: en una criatura sanguinaria y antisocial. Quizá sobrenatural, mezcla de alienígena y humano, que permanecía oculta viviendo en las sombras, pero dejaba expuestos los signos de su destrucción y, por tanto, de su existencia: los conejos, pollos y cabras muertos.
La brutalidad con la que actuaba el chupacabras despertó el terror. En las noches los propietarios oían ruidos que los alertaban de la presencia del monstruo, que acechaba tras las puertas. Y aunque los biólogos terminaron por explicar los ataques como acciones de perros, coyotes, zorros y ratones enfermos, en las noches, en los desolados campos ganaderos, la leyenda del chupacabras no iba a irse así de fácil, el público, como en una sala de cine, estaba cautivado.
Los monstruos nos intrigan y nos atraen porque cuestionan nuestra normalidad. Al mismo tiempo, reafirman el orden y el canon a los que estamos acostumbrados la mayoría de nosotros; mantienen viva la creencia de que el ser humano es una de las especies más perfectas de la evolución. Por eso nos horrorizan los mutantes, porque carecen de esa racionalidad y belleza. Chupacabras, al fin y al cabo, es solo un nombre más para un tipo de criatura que se replica alrededor de América Latina, y el mundo
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