Menciona algunas de las tareas que realizababan los niños y jovenes durante la guerra de independencia
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De corta estatura y rostros inocentes, infantes de entre 8 y 16 años, tuvieron por lugar de juego y escuela un campo de batalla, en el que al igual que los adultos, durante el siglo XIX, participaron en los combates de la guerra de Independencia de México, en contra de los españoles.
A pesar de su corta edad, niños como Narciso Mendoza (11-12 años); Martín Carrera (9 años); Mariano Arista (11 años) y Juan Nepomuceno Almonte (8 años), por mencionar algunos, tuvieron una relevante participación en los distintos momentos de la vida histórica de México, como lo señala Raymundo Alva Zavala, historiador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El ingreso de los infantes a los ejércitos se daba de manera precoz, prácticamente después de haber llegado a lo que hoy se denomina la tercera infancia (entre 7 y 8 años), cuando ya habían sobrevivido a enfermedades como la viruela y el sarampión, entre otras.
“A partir de esa edad ya se les tomaba en cuenta como parte de la “gente de razón”, porque durante el siglo XIX las condiciones sanitarias no eran tan favorables, y ello repercutía en índices de mortandad infantil extremadamente altos”, comenta el investigador en su estudio relativo a la participación de menores en la guerra independentista.
Para Alva Zavala, no es posible explicar la participación de algunos personajes de la historia de México, sin conocer, en primera instancia, cuál fue el origen de su incursión en la vida pública del país. “Porque de repente los encontramos dirigiendo ejércitos en su edad adulta, pero muchos desconocemos que su ingreso se dio desde la niñez, es decir hay una larga historia detrás”, establece.
Otros de los pequeños que incursionaron en los campos de combate en la guerra de independencia, fueron José Timoteo Rosales (11 años); Vidal Alcocer (13 años); Pedro María Anaya (15-16 años); Antonio López de Santa Anna (16 años) y Manuel Lombardi (12 años), quienes fueron cadetes del Ejército Realista, y para el año 1821, se unieron al Ejército Trigarante, ayudando a consumar el movimiento de la independencia del país.
Previamente a ese año, durante el sitio de Cuautla, en 1812, destacó la defensa del lugar por la Compañía de Niños del Ejército Americano, mejor conocido como Los Emulantes. El batallón infantil era dirigido por Juan Nepomuceno Almonte, hijo de José María Morelos y Pavón.
“A decir del propio José María Morelos, fueron estos pequeños quienes rompieron el fuego frente al ataque del general realista Félix María Calleja”, indica el historiador, al referir que en esta batalla sobresalió la participación de Narciso Mendoza, quien con tan sólo 12 años, prendió la mecha de un cañón y lo disparó en contra del ejército enemigo, haciéndolos retroceder. Su proeza le valió pasar a la historia como El Niño Artillero.
Alva Zavala, responsable del Departamento de Comunicación Educativa del Museo Nacional de las Intervenciones, refiere que México hacia el siglo XIX, como un país agrario en el que además imperaba la pobreza, los niños, además de entrar a los campos de batalla, también tenían que participar en la economía familiar, lo que dificultaba su asistencia a la escuela.
“Eran sujetos que también tenían que llevar el sustento a sus casas. Muchos niños se desempeñaban en la vendimia en los mercados o en labores definidas, por ejemplo en los hornos de cerámica”, expone, el historiador Alva Zavala, al manifestar que esta situación impedía que los pequeños fueran a la escuela y por ende el analfabetismo era común en la época.
Si para los niños del siglo XIX, la vida era difícil, para las niñas era aún más cruda. “Ellas tenían que adoptar el papel de amas de casa y entrarle al trabajo al parejo que la mamá, además de servir como soldareras durante la guerra”.
“Hay que recordar que las huestes de Hidalgo y Morelos, estaban en constante movimiento, y no había manera de resistir en el combate, si no estaban con ellos las soldaderas, que justamente eran las esposas y las amantes, así como las niñas”, comenta el investigador del INAH.
Además, de preparar los alimentos para los ejércitos en campaña, las menores también desarrollaron papeles de informantes y correo.
El historiador Alva Zavala, refiere que el tema de los niños en la historia, no ha sido un tema abordado a profundidad, particularmente porque para el siglo XIX y anteriores, hay muy pocas fuentes documentales que ayuden a reinterpretar o acercarse a la participación de infantes en movimientos armados en México.
No así, en el caso de la Revolución Mexicana, de la cual se tiene un espectro documental un poco más amplio de la participación de menores de edad, que radica fundamentalmente en registros fotográficos, concluyó el investigador.
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