Respuestas
Entre los más recordados terremotos del siglo XVIII, el de 1805, lo es por la destrucción de la Villa de Honda, con la alarmante cifra de doscientas personas muertas. Las erupciones del volcán del Ruiz no son nuevas y se presentaron con el temblor de 1845, con devastadores flujos de lodo que cicatrizaron los valles del Magdalena. Otras eventualidades no "geográficas", también tenían efectos desastrosos, como las plagas de langosta, que arrasaban los cultivos, trayendo hambre y miseria, y las catástrofes epidémicas, sarampión, viruela, fiebre amarilla y el cólera, llamadas "pestes". Sobresale la peste grande de viruelas de Santafé de 1782, cuyo número más alarmante de víctimas pasa de los tres mil, sorprendente para una ciudad de apenas unos veinte mil habitantes. Según Renán Silva, en la epidemia de 1802, los muertos se redujeron dramáticamente a trescientos treinta, por la mejor disposición de recursos médicos y la práctica de la vacuna. El cólera asiático o morbo apareció por 1849, al ingresar por el norte del país, dejando entre la Costa y Honda más de veinte mil víctimas en tres meses, sin que las poblaciones tuvieran recursos médicos para restarle fuerza.
La sociedad colonial era rural y campesina, de modo que la forma de vida de la población estaba regida por los ciclos naturales. El mundo natural no era considerado como en las sociedades occidentales contemporáneas, frágil, dependiente y a merced del hombre, sino por el contrario, amenazante, terroríficamente poderoso e incontrolable: triunfaba fácilmente sobre los hombres. La familiaridad con una naturaleza amenazante e incontrolable, y la falta de ayudas médicas efectivas frente al contagio y la enfermedad, como hoy se conocen, pudo suscitar sentimientos de fatalismo resignado, más visible en angustiosos momentos, cuando la vida estaba a merced de la muerte y no había nada que hacer ante la calamidad. Frente a ésta, las autoridades determinaban un estricto control sobre el comercio de los escasos víveres y medidas prácticas para enfrentarla.
Lo religioso ofrecía respuestas sobre el origen --sobrenatural-- de los males que afectaban a la comunidad. Resultaba terrorífico en esta sociedad católica morir repentinamente sin los auxilios sacramentales en medio de una catástrofe, arriesgándose a perder el alma para la eternidad. Entonces los sentimientos de impotencia se experimentaban con más fuerza, y se acudía con afán a los poderes de la Divina Majestad por medio de rogativas, romerías o novenarios, dada la inoperancia de los remedios humanos.