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Eugenio Derbez no le gusta perder el tiempo. Siente que lo hizo durante muchos años, demasiados. “Cuando me preguntan qué consejo le daría a un joven, siempre hablo del momento en que cambió mi vida: cuando dejé de pedir trabajo y comencé a ofrecer trabajo”, dice el comediante, durante una entrevista con Entrepreneur. “Fue ahí donde tomé las riendas de mi vida y de mi carrera”.
Hijo de la famosa actriz Silvia Derbez, desde muy chico Eugenio tomó la decisión de no crecer a la sombra de su madre. “Empecé a pedir trabajo en Televisa desde los 18, y no fue hasta los 30 que cambié el chip”, recuerda. “Me pasé más de 10 años en un limbo, tocando puertas por un papel y sufriendo muchas humillaciones”, cuenta. “Viví un infierno, hasta que por fin entendí que el mundo estaba en mis manos”.
Y vaya si hoy lo está. El rey de la comedia televisiva de México es hoy también el amo de las pantallas de cine. Su última película, No se aceptan devoluciones, que marcó además su debut como director, no sólo batió récords de espectadores en el país, sino que se convirtió en el filme en español más taquillero en la historia de los Estados Unidos, con ingresos por más US$44.5 millones.
En el medio, Eugenio vivió su propia historia de transformación de actor a productor y empresario. Durante esas más de dos décadas conoció la fama y el éxito, pero también tuvo que enfrentar críticas, pérdidas y frustraciones. “Al final, creo que la clave estuvo en que logré diferenciarme de los demás”, revela.
A continuación, te presentamos los clásicos errores que, con base en su experiencia, Eugenio recomienda evitar a la hora de iniciar un negocio.
1. Privilegiar tu idea frente a lo que pide el mercado. El primer hit de Eugenio en la televisión fue Al derecho y al Derbez, un programa de comedia escrito por él y que se estrenó en 1992. “Fue un parteaguas porque logró romper con muchas reglas de ese entonces y duró casi dos años al aire”, recuerda. Le siguió Derbez en cuando, que dirigió en una coproducción con Televisa y con el que alcanzó los 48 puntos de rating. “Mis programas tuvieron éxito no porque yo sea el mejor comediante de México, sino porque tuve la visión para entender qué faltaba en la televisión”, señala.
En el proceso de escribir un guión o arrancar con una producción, Eugenio pone al público en la jugada desde el inicio. “Un día me di cuenta de cómo en el cine mexicano, de 10 años para acá, los únicos temas son el narcotráfico, la pobreza, la violencia y el sexo”, explica. Con No se aceptan devoluciones, apostó por la comedia familiar, una fórmula que tiene un solo objetivo: divertir, y además ser capaz de atraer a un público amplio, desde niños hasta adultos mayores. “Al encontrar algo que hace falta en el mercado, el éxito está asegurado”, afirma el actor.
2. Pensar que cualquier socio va a funcionar. Eugenio reconoce que ha cometido varios errores en este terreno. Cuando empezó a ganar dinero, muchas personas empezaron a proponerle negocios. “Arranqué una constructora, tuve restaurantes… Sin embargo, como estaba concentrado en mis programas, los descuidé y me terminaron robando”, admite. “Como dice el dicho: ‘el que tiene tienda, que la atienda’”.
3. Ser perfeccionista. Cuando decidió escribir su primer programa de televisión, Eugenio no tenía ninguna formación. Pero el hambre por triunfar lo empujó a hacerlo. Con esto “no estoy diciendo que no hay que estudiar o prepararse para hacer las cosas. Todo lo contrario, incluso siempre que puedo tomo algún curso o estudio lo que sea”, dice el comediante. “Aunque a veces sólo nos ponemos excusas para no hacer las cosas”.
4. Perderse en la talacha. “Es mi talón de Aquiles”, confiesa Eugenio. “Uno de mis más grandes defectos y la razón por la que no he podido hacer más de mi carrera es que lleno mi día de pequeñas tareas y no me enfoco en lo más importante. Ser más estratega sí es algo que me cuesta muchísimo trabajo y que todavía no puedo lograr”.
5. Creer que con tener un buen producto es suficiente. Hace falta un paso más: que la gente lo vea. En vez de dejar la promoción de No se aceptan devoluciones en manos de los distribuidores, el productor se echó al hombro el plan de publicidad y armó su propia estrategia. “Decidí apostarle de lleno. Pagamos anuncios, usamos las redes sociales y visité a los ejecutivos de las cadenas de cine para mostrarles mi película. Así conseguí más salas y más exposición”, cuenta. Además, logró que Telmex incluyera publicidad de la cinta en sus recibos y que en todos los Sanborns se transmitiera el trailer.
6. Descuidar la construcción del equipo. Eugenio le pide a sus colaboradores seguir dos reglas básicas: disciplina y resultados. “No soporto los pretextos”, asegura. “Desgraciadamente este país vive de ellos y por eso a veces nunca pasa nada”.