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Respuesta:
El ferrocarril ha sido esencial en la organización del territorio y en la reestructuración de las redes de ciudades[2], dando protagonismo a las que se convirtieron en nodos del sistema ferroviario. Las ciudades que quedaron al margen del trazado de la red tuvieron dificultades para competir con las otras en el desarrollo económico.
En general el ferrocarril se instaló por la actuación de grandes grupos económicos, organizados primeramente en los países más industrializados y en sus colonias y territorios dependientes. Actuó como integrador de mercados nacionales y pudo ser también la columna vertebral de los imperios; como, por ejemplo, en el caso británico, tanto en la India[3] como en África[4].
Primero se construyeron líneas concretas, muchas veces sin conexión entre sí. Solo más tarde se produciría su conversión en redes, con estructuras topológicas distintas y grados diferentes de conectividad[5]. En numerosas ocasiones lo que hicieron las líneas fue seguir rutas terrestres ya existentes y que funcionaban desde tiempos atrás, aunque con un trazado que se adaptaba a sus propias exigencias[6]. El diseño final de la red se vio también afectado por otros factores, tales como las consideraciones estratégicas (en particular, la necesidad de conectar con los puertos y las plazas fuertes militares), la existencia de áreas productivas de especial interés (minas, sectores agrícolas para la exportación), o las necesidades de la conexión con otros países. Pero, de manera general, puede afirmarse que la red ferroviaria se fue configurando durante el siglo XIX en relación, sobre todo, con el tamaño y el dinamismo económico de las poblaciones existentes.
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