• Asignatura: Historia
  • Autor: brisasarahi
  • hace 3 años

Conclusión sobre esas diferencias de los mercados de antes y los de ahora

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Respuesta dada por: zugcastillo1975
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Desde hace ya bastante tiempo, es un hecho comúnmente aceptado por los ciudadanos de casi todo el planeta que la economía de libre mercado “funciona”, y que los modelos planificadores, interventores, estatistas, comunistas o como quiera llamárseles conducen a la miseria. En lo que no existe tanto consenso es en por qué las cosas son así. Más aún: si se piensa despacio,  hay  unos  cuantos  motivos  para  esperar  que  una  economía planificada funcione mejor. El libre mercado (que no suele ser muy “libre”) es más “democrático” en el sentido de que todas las decisiones descansan en la soberana voluntad de una masa de votantes anónimos, los consumidores. Pero del mismo modo que en el mercado político los votantes cometen errores, tampoco deberíamos esperar que las decisiones sean siempre acertadas en el democrático y libre mercado de bienes y servicios. En realidad, nadie lo cree: todos aceptamos como inevitable que el libre mercado haga “tonterías” como pagarle millones de euros a futbolistas alelados mientras hay gente que no encuentra  trabajo  o  que  tiene  que  vivir  de  la  caridad  de  parientes  o asociaciones  benéficas.  Frente  a  todas  estas  desventajas  la  planificación ofrece soluciones que parecen más razonables. Si nuestra ley constitucional dice que todo el mundo tiene derecho a una vivienda y un trabajo, ¿por qué no ordenar a los poderes públicos que hagan viviendas en las que trabajen los desempleados? No sólo es una cuestión social, sino que también es mero sentido  común:  hay  recursos  sin  emplear  –parados–  y  necesidades  no cubiertas –casas–. ¿Por qué no relacionarlos?

La razón por la que este tipo de soluciones son inviables a gran escala estriba en que la economía no es un asunto de dinero, sino de personas. Y un sistema económico, lo mismo que un sistema político, funciona bien cuando la gente  toma  decisiones  de  forma  responsable.  Tomar  decisiones  exige,  en primer lugar, tener libertad para elegir. Pero también implica un horizonte más o menos conocido y reglas para establecer la responsabilidad de unos y otros. En fin, tomar decisiones es complicado. Y todos tenemos una tendencia natural a no hacerlo, a delegar en otros nuestra propia

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