2. ¿Quién era Jorge Ellécer Galtán, cuáles eran las bases ideológicas de su pensamiento político, que criticaba de la
política colombiana y del régimen politico colombiano, que aceptación tiene entre las diferentes clases sociales
colombianas de la época?
3. Lea la oración por la paz de Jorge Eliécer Gaitán, a partir de ella y de otras consultas bibliográficas que sean necesarias
establezca la situación política de Colombia en la década de los años 40 del siglo XX en Colombia.
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Respuesta:
Jorge Eliécer Gaitán Ayala fue un jurista, escritor, activista, orador y político colombiano. Fue rector de la Universidad Libre entre 1936 y 1939, de la cual, además, fue catedrático de Derecho Penal desde 1931 hasta su muerte.
Respuesta:
JR
JUAN CARLOS ROJAS
09 de abril 2018, 08:08 A. M.
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Jorge Eliécer Gaitán distinguía entre la política en grande y la política en pequeño, encarnadas respectivamente por el político (con quien él, como es obvio, se identificaba) y el politiquero que reduce la política —observaba en tono crítico, demoledor— a “su simple aspecto inmediato, transeúnte y mecánico”, con la cual solo busca “logros inmediatos para los intereses económicos, personales o simplemente electorales de pequeñas camarillas”.
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A su modo de ver, en la política nacional se impone, por desgracia, la falsa política, la de los politiqueros, al girar en torno a las elecciones con el único propósito de conquistar las curules para los distintos aspirantes, lejos de abordar los verdaderos problemas de la comunidad.
Se trata, pues, de un engaño al pueblo o traición a la democracia, sistema político proclamado por unos y otros, por liberales y conservadores, apenas como señuelo electoral y con la demagogia del caso.
O sea —tal era su conclusión—, la actividad de nuestros políticos se limita a pensar en función de las elecciones, a estar en campaña permanente e ir en busca del pueblo no para conocer sus necesidades ni para tratar de resolver sus problemas, sino para garantizar su elección.
Y, alcanzado tal propósito, ellos se olvidan del pueblo al asumir los puestos de dirección, dedicados de lleno a la política de salón y aislados de los problemas nacionales, hasta la hora de volver al círculo vicioso de asegurar su reelección a través del respaldo popular: “El mandato, instrumento insustituible de la voluntad democrática, termina precisamente —decía— cuando debiera comenzar al día siguiente de los comicios electorales”.
Un drama histórico
Gaitán, en cambio, se presentaba como el abanderado de la política en grande, enfrentado a la política en pequeño a que acabamos de referirnos, a los politiqueros o, si se quiere, al que llamaba país político, para el cual “la política es mecánica, es juego, es ganancia de elecciones, es saber a quién se nombra ministro y no qué va a hacer el ministro”.
“Es plutocracia, contratos, burocracia, papeleo lento, tranquilo usufructo de curules y el puesto público concebido como una granjería, no como un lugar para contribuir a la grandeza nacional”, agregaba, rematando sin rodeos: “Para nosotros, es distinto”.
En esta cita ya es clara la oposición entre el país político y el país nacional, conviviendo ambos en Colombia de manera simultánea pero con un dominio manifiesto del primero sobre el segundo, e imponiéndose en consecuencia los dirigentes partidistas que practican la política en pequeño, enceguecidos por la mecánica electoral. “En Colombia hay dos países —señaló en su célebre discurso del 20 de abril en el Teatro Municipal de Bogotá—: el país que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendido por el país político”.
En Colombia hay dos países: el país que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendido por el país político
La separación en tal sentido es evidente, como lo es que la política nacional se encuentra desligada de las necesidades sociales, yendo en contra de su fundamento real: estar al servicio de la sociedad. Y Gaitán no podía conciliar con esto, tanto por los principios del liberalismo social con que estaba comprometido como por razones humanistas y éticas, ideológicas y estrictamente democráticas, lejos de admitir que tales actitudes pudieran ser calificadas de demagógicas o populistas.
Explicación: