• Asignatura: Castellano
  • Autor: ydeesierra05
  • hace 3 años

por que el cuento de "el hombre gato" de Juan Diego es del terreno realista?​

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Respuesta dada por: andresfl2007
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Para cerrar la conmemoración de los cincuenta años del Mayo Francés con textos protagonizados por personajes jóvenes, Libro de Arena comparte una lectura de Los Monstruos, de Juan Diego Incardona.

Por Paula Daniela Bianchi*

Leer al azar cualquier página de un libro de Juan Diego Incardona nos arrastra a un universo múltiple repleto de imágenes míticas y, muchas veces, reconocidas en nuestra infancia o adolescencia.

Todas las sensaciones nos atraviesan hasta que dejamos de entender de qué lado de la frontera nos encontramos. Si permanecemos de este o aquel extremo de la república matancera; si estamos en el bando de los buenos o de los malos; si somos peronistas o somos otra cosa; si somos seres monstruosos o los monstruos son los otros; si el cruce de la Ricchieri y General Paz es un espacio fronterizo que no existe como tal.

La cuestión es que el escenario que forjan las historias de Incardona representa un mundo binario en el que es imposible pensar un lugar para “debiluchos” porque el mapa está perfectamente delineado. Leemos y nos sorprende descubrir que cohabitan el Hombre Gato, el Lobizón, el Enano de Cruz, la Mujer Lagartija o el León Durmiente con los vecinos del barrio. Pero lo que más nos llama la atención es la mirada de ese niño, de esos niños que son los verdaderos protagonistas, los que nos cuentan por qué los padres se quedaron sin trabajo o no están en sus casas. Justamente, la mirada del niño es la que atesora esas cosas que se nos escapan a los adultos.

Juan Diego Incardona es de Villa Celina y aunque le preguntan si se llama así por el indio al que se le apareció la Virgen de Guadalupe no responde, y deja el asunto librado a nuestra interpretación. Publicó Objetos maravillosos en el año 2007 y una saga que aún no termina: Villa Celina (2008), El campito (2009), Rock barrial (2010) (del que tomé el cuento “Los monstruos”) y Las estrellas federales (2016), libro que tuve el placer de comprar en la librería del Centro Cultural Haroldo Conti.  Justamente, otro escritor que le dio la voz a muchos jóvenes protagonistas, como Milo de Alrededor de la jaula (1966) o Lito del cuento “Como un león” que vive en la villa en Retiro y se pregunta a dónde va la gente a trabajar, y si vale la pena estudiar en un país donde siempre ganan los que tienen dinero en el bolsillo.

 

“Los monstruos” (2010) transcurre en Villa Celina, un barrio del “conurbano bonaerense”, en el partido de La Matanza. El protagonista es un niño de once o doce años, preadolescente, que durante las noches sale con sus amigos a recorrer los potreros y los espacios a la intemperie que se tornan oscuros y se completan con gritos que no intimidan tanto a los personajes cuando están en grupo. Lo que más les gusta es esperar la noche,  y en ese territorio descubrir monstruos, fantasmas o la luz mala, arriba de un gomero, que les permita una buena panorámica del Riachuelo mientras aguardan alguna aparición: “Quizá discutíamos si eso que se escuchaba eran ladridos de perros o aullidos de lobizones, si eso que olíamos era basura quemada o el cuerpo de un muerto, cuando de pronto vimos una luminosidad flotando en la cancha de “nueve pescador”, una luz entre amarillenta y blanca que se movía y formaba figuras”. Así, Adrián, uno de los mayores, les relata qué es la luz mala: una luminosidad que sale de los huesos de animales enterrados.

En ese momento el protagonista recuerda que su canario no hace mucho fue sepultado en su jardín. No termina de evocar ese momento cuando la luz que brillaba en la cancha comienza a avanzar hacia ellos. Y, patitas para qué las quiero, huyen despavoridos cada uno a su casa.

Eran tiempos de miedo. Sobre todo por las historias que contaban los adultos de esos años del terror que se acercaban a su fin pero aún no habían terminado de pasar. No obstante, era algo natural disertar sobre las diferencias odoríficas del basural: ¿es un cadáver o la quema de basura?  O sobre si el sonido que se escucha lo hace un perro o un lobizón. Para esos niños de Villa Celina en 1982 (el año de la guerra), convivir con mutantes, con basurales repletos de “grandes tesoros” o con fantasmas, era parte de la cotidianeidad.

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