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Érase una vez una pequeñita pequeñita partícula que se conocía con el nombre de célula. Esta pequeña llevaba días sin dormir porque la inquietaba mucho saber de dónde provenía; hasta que un día se armó de valor y decidió preguntárselo a su mamá.
-Mamá, estoy muy confundida, mis compañeros en la escuela dicen que soy distinta, que no soy igual a ellos y que soy demasiado pequeña, que yo soy más simple y no entiendo por qué lo hacen... Es por esto que me gustaría saber qué me hace diferente y de dónde provengo.
Su mamá, un poco preocupada por su hija le dice: “Ven hija siéntate aquí y yo te voy a contar nuestra historia”. La pequeña célula se sienta junto a su madre y comienza a escuchar:
“Efectivamente, tú eres distinta a tus demás compañeros, pero el ser más simple no significa que seas menos inteligente. Para que sepas, todas las células de este mundo provienen de nuestra familia”.