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AS reglas del lenguaje han sido construidas, a lo largo de siglos, con los valores dominantes de la sociedad patriarcal; basta con acudir al diccionario para comprobar la manera en la que se definen las palabras según afecten a hombres o mujeres, o el uso cotidiano que les damos, por eso persistimos en hacerlo incluyente.
La ministra de Sanidad, tan capaz, por otra parte, como los demás miembros de un Gobierno de escandalosa poca presencia de mujeres en sus primeros y segundos niveles, ha dicho que los asesinatos de éstas, víctimas del terrorismo machista, eran casos de "violencia en el entorno familiar" para, posteriormente, ante el revuelo causado, decir que "la terminología es lo menos importante", que al final se trata de asesinatos, y claro que lo son, pero agravados, porque sólo los sufren las mujeres por su condición de tales; la denominación es conceptualmente importante, de ahí que a lo largo de estos años hayamos trabajado para sacar esta tragedia del ámbito familiar convirtiéndola en lo que es: un problema social de primera magnitud.
De la definición tradicional de "crimen pasional" a esta de "violencia o terrorismo machista" han pasado años de esfuerzos colectivos buscando instrumentos diversos para evitar el silencio público de estos asesinatos, que aunque se produzcan en el ámbito familiar son consecuencia de una perversa concepción de estas relaciones; las siguen matando en todo el mundo, de diversas maneras, sin que, en la mayoría de los países, tengan ni estadísticas de cuántas son las asesinadas. Es un grave problema que algunos hombres crean y las mujeres padecen.
No es una crítica sólo a una expresión desafortunada, sino a los comentarios que la apoyan y, sobre todo, a un penoso manifiesto de una llamada Asociación feminista por la Igualdad, denominación contradictoria en sus propios términos: el feminismo sólo puede ser igualdad, que, con otro colectivo, apoyan esas declaraciones, diciendo, entre otras perlas, que "la legislación que regula la violencia en la familia ha de considerar a todos lo miembros y proteger a todas las víctimas en ese entorno, independientemente de su sexo o relación", lo que significa no entender que las mujeres, compañeras o esposas, son asesinadas por su género, palabra que adiciona el contenido cultural al sexo y causa inmemorial de sus asesinatos por considerarlas de su propiedad.
Termino con unas hermosas palabras de mi amiga Pilar del Río: "El amor es incompatible con el terrorismo, la sociedad está enferma si en los hogares no existe libertad e igualdad. No es un deseo imposible y es de justicia". Algo más serio que un problema terminológico.