Respuestas
Hacía frío y mamá había organizado una excursión a la nieve para jugar y pasarlo bien con mis hermanos. Cuando llegamos al refugio, se escuchó una voz por el altavoz que nos daba la bienvenida a la montaña.
A mí me encaba la nieve, así que fui corriendo junto al refugio y me puse a hacer el mayor muñeco de nieve del mundo. O al menos, eso me parecía a mí. Me había llevado una bolsa con zanahorias, botones, una bufanda… Lo tenía todo para mi gran muñeco.
Lo quería hacer tan grande que siempre se desmoronaba. Mis hermanos pasaban junto a mí y me decía que lo dejase, que no sería capaz. Pero entonces llegó mamá, me abrochó los botones del abrigo y me dijo al oído: “Con esfuerzo conseguirás lo que te propongas”
Me puse a construir mi gran muñeco con más ganas que antes. Cuando papá pitaba con el coche para irnos, me faltaba ponerle la nariz. Vino mamás, me cogió en brazos y me ayudó a ponerla diciendo: “¿Ves hijo? Vales mucho”