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"El miedo a la infección y los instintos básicos de supervivencia pueden alterar significativamente la percepción que tenemos del otro, que puede ser visto como un agente que genera desconfianza en términos de su potencial infección y posible diseminación del virus. Las imágenes de las personas cubiertas con escafandras improvisadas, máscaras de protección o tapabocas hechos en los más insólitos materiales dan cuenta del actual estado de aprensión", explica Ricardo Luque, asesor del Ministerio de Salud.
La distancia social es la norma y muchos gobiernos del mundo han adoptado el confinamiento de las poblaciones como la medida que apunta a desacelerar el crecimiento exponencial de la epidemia. "La vida, tal y como la conocíamos, ha dado un giro de 180 grados; centros educativos, lugares de esparcimiento, comercios y hasta la vida social que llevábamos al interior de los hogares han tenido que dar un frenazo en seco", agrega Luque.
La crisis actual nos está sucediendo a todos como especie, y que las estrategias de supervivencia necesariamente pasan por comprender que el apoyo y el cuidado mutuo son esenciales. Por lo tanto, si deseamos sobreponernos a los múltiples retos que para la salud pública, para la economía y para el bienestar individual y comunitario, implica la pandemia, es clave realizar una breve reflexión ética sobre algunos valores cívicos primordiales.
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