Respuestas
Explicación:
Recogiendo una creencia tradicionalmente arraigada en el sentir de los griegos, Aristóteles afirma que el hombre es, por naturaleza, un animal político. Ser político constituye, según esto, una dimensión esencial, un rasgo específico del ser humano. De donde se concluye de modo inevitable que un hombre políticamente desarraigado no podría alcanzar el nivel de una vida auténticamente humana.
Esta afirmación aristotélica tiene necesariamente que sorprender al hombre de nuestros días acostumbrado a tropezarse con numerosas personas, de toda condición social, que se autodefinen como a-políticos. ¿No existe una extraña contradicción entre la afirmación de Aristóteles y esta negación de que la política constituye una dimensión esencial de la propia vida? Estamos, sin duda, ante una contradicción literal y nos vemos llevados a suponer que Aristóteles y los defensores de la apoliticidad utilizan la palabra «político» con connotaciones distintas. Pero el asunto no se reduce a una mera discrepancia en el uso de la palabra: tal discrepancia tiene su origen en dos modos distintos de concebir la vida humana que, a su vez, corresponden a dos experiencias distintas de lo político y a dos concepciones distintas de la política.