Respuestas
Respuesta:
Explicación:
He residido en los estados de Sinaloa, Coahuila, Tamaulipas y Durango; y en todos y cada uno de esos lugares el horror se ha normalizado. Recuerdo estar comiendo en mi casa y escuchar tiroteos a plena luz del sol. Tengo en la punta de mi lengua un sinnúmero de historias de conocidos o amigos que fueros “levantados”, torturados, y que no fueron devueltos a sus familias por miembros del crimen organizado. Albergo en el hígado sentimientos de frustración e impotencia por llegar a un lugar público y ver como llegaban sujetos armados a divertirse “robando” novias, a golpear y humillar a mis amigos, a acosar a amigas, con una total impunidad tanto privada y pública. Privada porque uno debía quedarse quieto e intentar escabullirse de ellos, ya que enfrentarlos era una provocación a la violencia más descarnada, o acaso un encuentro con la muerte. Y pública ya que había una total ausencia de la autoridad: no había un policía que actuara, que defendiera, que ayudara, ya sea por el mismo miedo que embargaba a los civiles o porque eran parte de la propia red delictiva.