• Asignatura: Religión
  • Autor: bracoluis
  • hace 3 años

NUESTRO RETO:
Después de conocer y reflexionar un poco más sobre la experiencia de vida de las primeras
comunidades cristianas, te invito a tomar conciencia sobre tu comunidad y realizar la
siguiente actividad.
ESCRIBE QUÉ CUALIDADES O CARACTERÍSTICAS TIENE TU COMUNIDAD.

Ejemplo: Mi comunidad se solidarizó con los vecinos, sobre todo en momentos difíciles
como la que estamos viviendo con la pandemia.

1.
2.
3.​

Respuestas

Respuesta dada por: jeiho
1

Comunión y diversidad: La Iglesia primitiva se componía de una extensa red de Iglesias locales abiertas a la comunión con las demás comunidades cercanas y distantes. Ya desde el comienzo se manifestaron dos tendencias diferenciadas: la que se proyectaba desde la Iglesia-Madre de Jerusalén sobre las comunidades palestinenses que tomaron en su forma exterior elementos de la estructura sinagogal del cristianismo; y por otro lado, las comunidades paulinas, diversas en organización inspiradas en dones y carismas. Existía un vínculo que las mantenía unidas: la comunión de los fieles entre sí, de los fieles con los obispos — y ambos con el obispo de Roma—, de los obispos entre sí y de todos con Cristo. Hacían «cartas de recomendación y las cartas de paz», firmadas por un obispo, eran un carné de identidad cristiana que daba derecho a ser admitido en la Eucaristía y a la hospitalidad gratuita por 3 días, si debía permanecer más tiempo, se le buscaba un trabajo para ganarse el pan.

Los cristianos y la sociedad pagana: La mayoría de los cristianos cumplían con sus deberes cívicos en la vida cotidiana, conscientes de que estaban direccionados a un fin superior, y que la política, la sociedad y la cultura eran relativos y pasajeros. Culturalmente, la abstención de asistir al circo donde se desarrollaban las luchas de gladiadores y fieras, las luchas a caballo o con carro, iban acompañadas de una invitación a participar en espectáculos como la contemplación de la naturaleza, la escucha de la Escritura, las celebraciones litúrgicas, el canto de salmos o himnos, o el culto a los mártires donde se peregrinaba entre cantos, luces, flores y comidas.

La centralidad de la casa-familia: La casa era el lugar donde se reunían los cristianos, una casa inclusiva que procuraba eliminar las divisiones y discriminaciones que se daban en la sociedad, era un espacio social alternativo donde las diferencias desaparecían por la condición de hijos e hijas de Dios.

La apertura completa a los más necesitados: Los cristianos estaban llamados a aliviar la situación de todos los oprimidos y marginados de la sociedad como una forma de expresión de su fe y su culto. Entre estos grupos de excluidos se encontraban los enfermos, los huérfanos, las viudas y los presos. En Roma la situación de los huérfanos era muy precaria, los hijos no deseados eran abandonados, quedando en la esclavitud o la prostitución. Los cristianos crearon instituciones para atender a los niños huérfanos o expósitos. El obispo como cabeza de la comunidad era el responsable de la acción frente a los niños sin padres, confiaba a los niños huérfanos a alguna familia cristiana.

Un grupo relevante al cual se asistía eran las viudas. Ser viuda significaba, en la mayoría de los casos, pasar a la condición de pobre debido a que, siendo el marido el garante de los ingresos económicos, la mujer quedaba desguarnecida.

La Caja común y la lista de necesitados: La caja común se componía de las donaciones espontáneas que los fieles brindaban en la Eucaristía, contribuciones fijas de otros o de personas adineradas que cedían parte de sus bienes a la comunidad. Junto a esta caja existía frecuentemente una lista de personas necesitadas que incluía viudas, enfermos, presos, gente de paso por la ciudad y permitía estar informado de las necesidades de la comunidad.

El Ágape: Esta práctica refería a la comida ofrecida a los pobres de la comunidad en casa de un cristiano rico o en los locales de la comunidad presidida por el obispo o un delegado suyo. El objetivo era compartir, es decir, que la caridad no era la comida pero la cena debía estar inspirada por la caridad. A diferencia de la Eucaristía que se celebraba durante el día, los ágapes se realizaban en la noche. Estas reuniones constituían un signo del amor fraterno, de alegría y de virtud.

La limosna: Los bienes existían en cantidad escasa y por tanto, si la riqueza venía del interior de la comunidad suponía la privación de otro miembro. De allí que existieran mecanismos sociales que obligaban al rico a distribuir sus bienes. Por otro lado, la «economía moral» establecía el acceso a un conjunto de cosas elementales que debían garantizar la supervivencia de las personas, es decir, casa, alimento y vestido. Esta idea pretendía evitar los excesos y las carencias. El cristianismo elevó estas nociones al introducir la idea del amor fraterno y la centralidad de los pobres y necesitados en la experiencia religiosa.

La hospitalidad: Con el cristianismo, la práctica de hospitalidad adquirió un significado mucho más profundo y religioso de misericordia para con los pobres y los enfermos. Desde una dimensión ética llamaba a acoger al extranjero o necesitado, y desde una dimensión teológica se descubría la presencia de Dios en el huésped. La carga de la hospitalidad recaía sobre la comunidad y, en algunas ciudades, existía un fondo común con las aportaciones que se recaudaban en la celebración litúrgica de los domingos.

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